Una alternativa fantástica para surcar las aguas, en la que el ritmo lo marca el mismo río con sus sinuosidades y correderas.
El agua tiene una atracción muy especial para todos los que practicamos la vida al aire libre. Los cursos de los ríos, una cascada, una vertiente. Es sinónimo de pureza, de simplicidad. Si, además, fluye, la vemos correr, parece más atractiva aún. Desde siempre, andar sobre una superficie acuática en un bote, un barco o simplemente dejarse llevar por una balsa etérea ha sido un momento de gran placer y entretenimiento.
Guiados por expertos
Cuando en
Alto Palena fuimos invitados a participar de una salida en balsa organizada por guías expertos, supimos al instante que pasaríamos un día excepcional. El encuentro del grupo fue en la unión de los ríos Moro, Tigre y Palena. En el agua, dos balsas grandes y coloridas esperaban la partida. En la costa, un picnic preparado por los anfitriones como almuerzo frugal. Se entabló una reunión amena y fuimos conociendo a los compañeros de la tarde.
Roberto y Álvaro fueron acondicionando todo lo necesario para la travesía y Pablo aportó lo suyo para el equipo de pesca allí donde fuera posible. Los demás sólo esperamos que nos dieran la señal para comenzar. Nos colocamos el salvavidas y nos ubicamos en un extremo de la balsa tocando la superficie del agua heladísima que llegaba de la montaña. Navegamos por el río Palena por una extensión de 10 kilómetros dejándonos llevar por la corriente. De vez en cuando, el remo del guía realizaba una pequeña corrección de rumbo.
Comienza la acción
Luego, fueron llegando las correderas en los recodos del río. Siempre que se avecinaba una, íbamos atentos al desenvolvimiento de la embarcación y el rápido movimiento del guía. El río se presentó alto, con mucho volumen, y su caudal hizo que fuéramos más rápido. Disfrutamos del verde de los altos cañadones por donde se estira el río. Estábamos en el primer cordón montañoso de la cordillera de los Andes y en algunos lugares esos cañadones tienen paredes altísimas de los que casi no se observa su parte más alta. En otros, sólo se observa la pared en una de las costas y en la otra, una playa de pastos verdes. Un canquén, ave tipo ganso de cabeza colorada, nos miró sin importarle nuestra presencia.
Hora de pescar
En un recodo del río realizamos una pequeña parada, en la que Pablo desplegó su caña de mosca y todos estuvimos atentos a su suerte de pescador avezado. Un muchacho del grupo pidió la caña e hizo un intento. Escuchamos a Pablo: “Cuando hay correderas, la pesca es más entretenida. Desde una balsa o haciendo vadeo, sólo hace falta equipo liviano de pesca con mosca y elegir bien la ninfa o
streamer”. Las dos balsas siguieron río abajo hasta llegar a un refugio sobre la mano izquierda del Palena, donde todos bajamos y tomamos una merienda en la cálida cabaña que Jorge ofrece en medio del bosque nativo.
Rincón de amigos
Varias rondas de mate amargo y una linda charla consolidaron el grupo y nos sentimos más cerca de todos. Allí supimos que las actividades que nuestros guías ofrecen en la zona no se circunscriben a una sola disciplina. Las combinan entre sí logrando que los grupos con los que salen a pasear realicen flotadas,
kayak y pesca en sus variadas formas. Además, pueden sumarse a cabalgatas y pernocte en cabañas o
camping. Continuamos río abajo y otra sorpresa nos esperaba: a nuestra izquierda, una cascada que llegaba directamente al río. Jorge pasó con su kayak por debajo de ella sin importarle lo fría que estaba el agua. Aprovechamos para sacarle fotos que luego él mismo agradeció. Nuestra flotada llegaba a su fin cuando vimos en la costa un grupo de cabañas. Supimos que habíamos llegado a Rincón Chico y al final de nuestro paseo de la tarde.