El parque nacional Tierra del Fuego protege los ambientes naturales descubiertos por Magallanes, cuando avistó la isla y sus fogatas, que se divisaban desde lejos.
El tren del fin del mundo nos dejó en medio del parque nacional Tierra del Fuego. Allí me esperaba Javier, de la Secretaría de Turismo, para acompañarme a recorrer esta reserva natural. El parque fue creado en el año 1960 y en sus 63.000 hectáreas protege la porción más austral de bosques subantárticos. Su principal área de protección es el lago Fagnano, que desagua en el océano Pacífico. A diferencia de otros parques andinos patagónicos, los bosques de esta reserva se encuentran cercanos a la costa marítima. Los cordones montañosos paralelos entre sí cruzan el parque con dirección noroeste a sureste y lo dividen en valles de muy difícil acceso. Nos dirigimos hacia la zona sur frente a los cerros Cóndor y Guanaco, donde el lago Roca desagua en el corto y turbulento río Lapataia, que desemboca en el mar a través de la bahía del mismo nombre.
Lapataia, que en lengua yámana significa bahía boscosa, es un hermoso recodo de 6km donde entra el mar sobre el canal Beagle. En los bosques se da un ambiente único: las turberas están formadas por un denso colchón de musgos y materia vegetal. Junto a las turberas, también crecen árboles como ñires, lengas y guindos o coihues magallánicos. Las ramas de los árboles se cubren de líquenes que cuelgan en forma de barba y de musgos de un vistoso color rojizo. La variedad de flores, como las del notro y las violetas amarillas, se pueden apreciar todo el año. Esta profusa vegetación sirve de hábitat para el carpintero gigante y la cotorra austral, y sobre las costas forman sus nidos el albatros de ceja negra, el cauquén marino y el pato vapor. Los zorros colorados y grises, guanacos y la nutria marina, especie en peligro de extinción, son otros habitantes del parque. Entre las rocas de la costa del canal Beagle, abundan los invertebrados marinos como las cholgas, mejillones, lapas, caracoles y crustáceos como las preciadas centollas. Los peces autóctonos de estas aguas son el puyén, la peladilla y el róbalo.
Los primeros habitantes
Este parque atesora riquísimos testimonios de los primeros grupos humanos habitantes de la isla de Tierra del Fuego: los
selk´nam u onas, los
haush o
manek´enk, los
alakaluf y los yámanas o
yahganes. Cerca de la costa, los yámanas dejaron numerosos vestigios de sus asentamientos. Este pueblo indígena vivía del mar y, en la actualidad, se pueden observar numerosos “conchales o concheros” cerca de la costa, conformados por cúmulos de valvas de moluscos y restos de animales marinos que constituían su dieta, además de utensilios de uso cotidiano. Después de atravesar el río Lapataia, el Ovando y el archipiélago Cormoranes, llegamos al centro de interpretación y a un conchero yámana, con una increíble visión de la bahía, ideal para observar las distintas aves. En el área, existen dos senderos interpretativos autoguiados: el de la laguna Negra, que recorre un turbal, y el sendero de los Castores, hacia donde nos dirigimos para conocer los diques que construye esta especie introducida y el impacto ambiental que producen. No tuvimos tiempo de llegar hasta el hito XXIV, que marca el límite con Chile, ni a Pampa Alta, donde se aprecia una bella vista del canal Beagle, la bahía chilena Yendegaia, la isla Redonda y las bahías Ushuaia y Ensenada.