En el interior de las Capillas de Mármol, la roca esculpida por la fuerza del viento y el agua causa asombro.
A las Capillas de Mármol se accede desde un pequeño pueblo llamado
Puerto Río Tranquilo en la costa del lago General Carrera. Se accede por el circuito carretero pintoresco y con poca circulación vehicular que une
Chile Chico con Puerto Ingeniero Ibañez. Es una excursión de aventura muy apreciada en la zona. El camino desde Chile Chico es zigzagueante y con subidas y bajadas constantes. Antes de llegar a Puerto Río Tranquilo pasamos por varias poblaciones costeras menores, parecidas entre sí y con un paisaje espléndido. Al llegar a destino consultamos por el paseo lacustre que lleva a esos promontorios rocosos y partimos en una lancha guiada por gente avezada. No es posible acceder a las cuevas desde tierra y no se las observa desde la costa.
En unos pocos minutos de travesía y mientras nos informaron acerca de lo que observaríamos, nos acercamos a destino. Se las conoce como Santuario de la Naturaleza y se trata de un grupo de islotes cuyas formas exteriores le ofrecen sus nombres: Catedral, Capilla y Cavernas de Mármol. A lo largo de milenios, el viento y el agua del lago azotaron con fuerza las piedras calizas hasta que dejaron al descubierto los estratos de mármol. Aparecen entonces los distintos colores del carbonato de calcio, el cuarzo y la limonita que ofrecen una gran variedad de azules grisáceos, rosados y blancos netos. A distancia observamos las figuras de esas enormes rocas que se asemejan a una capilla, una cabeza de perro y una catedral al recortarse en el cielo. Llegó el momento de ingresar en esos recovecos al ras del agua y todos nos sentimos inquietos y aprestamos las cámaras fotográficas y de video para no perder detalle.
Una vez en el interior de las cavernas, el brillo del agua se reflejaba en las paredes y una tonalidad turquesa iridiscente cubría todo, incluidos nosotros. Algunos dejaron el bote para instalarse en unas prominencias desde donde lograron tocar la piedra rugosa de las galerías. La leve luz interna remarcaba las aberturas irregulares de las cuevas y lograba un efecto muy especial. Fue conmovedor pasar de un sector a otro, anchos algunos y estrechos los demás. Cuando conocimos la Catedral por dentro, nos pareció que la temperatura era más baja, pero no nos importunó. El día era soleado y con una leve brisa y eso colaboró con el éxito de la salida, que siempre se realiza en horarios de luz natural. Cuando el lago no presenta oleaje, hasta los
kayaks se aventuran a llegar allí. Más adelante por la misma ruta existe otro lugar de salida pero Puerto Río Tranquilo es el que está más cerca de las capillas. Dejamos el lugar convencidos de haber presenciado una obra de arte de fina estética que solo la naturaleza puede lograr.
Una vez en el interior de las cavernas, el brillo del agua se reflejaba en las paredes y una tonalidad turquesa iridiscente cubría todo, incluidos nosotros. Algunos dejaron el bote para instalarse en unas prominencias desde donde lograron tocar la piedra rugosa de las galerías. La leve luz interna remarcaba las aberturas irregulares de las cuevas y lograba un efecto muy especial. Fue conmovedor pasar de un sector a otro, anchos algunos y estrechos los demás. Cuando conocimos la Catedral por dentro, nos pareció que la temperatura era más baja, pero no nos importunó. El día era soleado y con una leve brisa y eso colaboró con el éxito de la salida, que siempre se realiza en horarios de luz natural. Cuando el lago no presenta oleaje, hasta los
kayaks se aventuran a llegar allí.
Más adelante por la misma ruta existe otro lugar de salida pero Puerto Río Tranquilo es el que está más cerca de las capillas. Dejamos el lugar convencidos de haber presenciado una obra de arte de fina estética que solo la naturaleza puede lograr.