A los pies del faro de Punta Delgada en Península Valdés, la playa Arenal se transforma en primavera. Los elefantes marinos del sur comienzan a poblar esta región para comenzar su ciclo de apareamiento y nacimientos. Punta Delgada y Caleta Valdés son los destinos para descubrir a estos mamíferos expertos buceadores.
Un refugio único para el elefante marino
Como los faros del litoral atlántico, este recibe el nombre del lugar donde se levanta. El faro Punta Delgada es una torre troncocónica de color ladrillo de 14 m de altura, cuya construcción es de 1904. Fue dado en concesión en 1987 a una empresa turística que lo convirtió en un enclave para visitar a los lobos y elefantes marinos.
Puerto Madryn y Península Valdés pueden unirse por un circuito de fauna marina, ideal para tomar contacto con la conciencia ecológica. Península Valdés es el apostadero continental de los elefantes marinos del sur (Mirounga leonina) que vuelven cada primavera para reproducirse y mudar de piel. Corresponden a la distribución subantártica, cuya población se estima en 700 mil individuos.
Los machos son los primeros en llegar a la región para establecer sus harenes. A lo largo de la costa, los harenes de elefantes marinos pueden componerse entre 30 y 130 ejemplares, dependiendo del rango del macho. En la periferia quedan los machos más jóvenes que intentan aparearse con algunas hembras hasta que el macho dominante los expulsa. Si el intruso es un macho adulto, es inevitable el enfrentamiento. Así quedarán con golpes y cortes pero las fatalidades son raras. Las hembras llegan a las playas preñadas de la temporada anterior. A los pocos días comienzan los alumbramientos. La lactancia permite que los cachorros aumenten de peso enérgicamente, en tanto las madres permanecen en ayuno y pierden varios kilos por día. Luego del mes de lactancia, las hembras se recuperan un poco y están listas para volver a aparearse, mientras los cachorros aprenden a nadar y a conseguir su propio alimento.
A su vez, los machos deben cuidar de su reinado en la época de reproducción, por lo cual se ven casi impedidos de cazar. Luego de 10 semanas de intenso ejercicio y ayuno, su peso también se ve reducido. La especie debe su nombre en alusión a la distintiva nariz que se parece a la trompa de un elefante. Con la trompa producen fuertes rugidos para mantener alejados a los machos.
Por otro lado, les permite reabsorber la humedad al exhalar, lo que es bastante importante sobre todo en los largos períodos de ayuno. Los machos pueden llegar a pesar hasta 3600 kg y las hembras 500 kg. A pesar de vivir en grandes colonias en tierra, en el mar llevan una vida solitaria. La vida marina se desarrolla con profusión en las costas. Del mar llega el alimento para las colonias de lobos, elefantes marinos y pingüinos. La autenticidad y la singularidad de la fauna, en este caso los elefantes marinos, convocan a muchos visitantes, dado que el ciclo anual marca la estacionalidad para disfrutar de los avistajes, ya sea con vehículo propio o con excursiones contratadas.