El lago Machónico muestra su mejor traje para que nos deslicemos suavemente a ras del agua en un bote de remo.
De la teoría a la práctica
Junto a un grupo de amantes de la navegación a remo y algunos alumnos de la escuela Patagonia Rowing, acompañamos al profesor Bebe O´Connor a realizar una práctica en las aguas de los lagos Machónico y Pichi Machónico, una actividad fascinante tanto para quienes ya la practican como para aquellos que intentan dar sus primeros pasos. Saliendo desde la ciudad de
San Martín de los Andes, luego de tomar la ruta asfaltada 234 hacia
Villa La Angostura, se llega al mirador del lago Machónico. En total, 30 kilómetros. Unos metros más adelante sobre mano derecha encontramos una pequeña senda de tierra que nos deja en la costa del Machónico luego de recorrer 100 metros. La naturaleza nos regaló una mañana algo brumosa sobre el espejo de agua y poco a poco ese manto blanco se fue disipando.
A los botes
Comenzó la tarea de bajar los cuatro botes para llevarlos al hombro hasta la orilla del lago y realizar las tareas de acondicionamiento. Siempre es importante repasar cada detalle para que todo resulte perfecto. Toletes, palas o remos, timones se ubicaron en su sitio y cuando todo estuvo listo y en orden, el profesor dio la voz de ponerse los chalecos salvavidas y cada uno ocupó el sitio asignado. Nuestras bocas se extendieron en una gran sonrisa y nuestros oídos estaban atentos a las indicaciones del maestro. Salíamos a navegar. La sensación de sentarse en un bote liviano a ras del lago y percibir cómo la pala del remo acaricia el agua una y otra vez hace que nos entreguemos al goce del momento. Luego de unos primeros instantes de algarabía, llega el silencio y cada uno disfruta de lo que está viviendo. Mientras, con cada caricia, la costa queda cada vez más lejos. En medio del lago, el brillo del agua es especialmente intenso y se reflejan los perfiles de las embarcaciones y de cada uno de nosotros.
Descanso, mates y bizcochitos
Luego de una breve travesía por el Machónico, una hermosa playa de arena clara nos recibió para reponer fuerzas con unos ricos mates acompañados por galletitas dulces. Nuevamente embarcados, iniciamos el trayecto por el serpenteante río Hermoso, que une ambos espejos de agua. Aquí los remeros afinamos la puntería ya que hubo que esmerarse para seguir su dibujo desparejo. Finalizamos el recorrido y nos encontramos con el maravilloso Pichi Machónico, un lago que es casi desconocido debido a que se encuentra fuera del alcance de las rutas turísticas habituales. Sólo los lugareños tienen la posibilidad de navegarlo. Otra playita para hacer costa y almorzar unas ricas empanadas provistas por el jefe de la expedición. El clima amistoso que se generó venía de las ganas que cada uno le puso a la actividad. Este momento fue aprovechado por Bebe para dar algunas indicaciones técnicas mínimas a los de menor experiencia: en los botes con carrito deslizable, la fuerza proviene de las piernas; la espalda debe permanecer derecha; el remo deja entrar sólo la parte de la cuchara al agua; puño derecho por debajo del puño izquierdo durante la remada. Regresamos al punto de partida y las anécdotas siguieron amenizando la tarde. Los pobres botes, exhaustos, se dejaron acicalar y acondicionar para la próxima salida. Ese día, algunos de nosotros recibimos nuestro bautismo en la navegación a remo. Sólo un detalle nos quedó sin entender: si el remero va sentado mirando hacia la popa, ¿no se pierde lo mejor del paisaje?
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