Alrededores de Pucón en cuatriciclo

Era el mes de diciembre. La ciudad vestida de primavera comenzaba a tener ese fuerte verdor de la estación que le sigue. El día nublado no nos alentaba a acercarnos a la costa del lago Villarrica, pero tampoco estaba tan feo como para quedarnos en el hotel. Decidimos que lo mejor era salir y dejar que triunfara la propuesta más seductora. Nos encontramos con Mario -un amigo de la casa- con quien habíamos ido a la cascada del Claro en otra oportunidad. Esas cosas de la vida, mediante el trabajo y el esfuerzo, hicieron que este amigo chileno pudiera tener su agencia de turismo en el centro de la ciudad. Entre otros atractivos, brinda la posibilidad de conocer la región en cuatriciclo.

De más está en decir que fuimos invitados a realizar un paseo en four trax y que no dudamos en aceptar. Nos fuimos por el camino internacional hasta el aeropuerto de Pucón. Llevábamos los cuatriciclos en un tráiler que era tirado por la camioneta de nuestro anfitrión. Luego de bajarlos nos pusimos las chaquetas, los guantes, el casco y ya estábamos listos para la aventura. A gran velocidad salimos por un camino lindero que nos conduciría hasta los restos de un río de lava. Todo el tiempo que duro el viaje teníamos frente a nosotros al responsable del accidente geográfico que estábamos a punto de conocer: el volcán Villarrica. Este volcán es el más imponente de la zona. Tiene su origen en el sistema de fallas longitudinales de orientación norte sur que durante el período cuaternario fueron la fuente de formación de numerosos conos volcánicos. El Villarrica ha mantenido una actividad moderada y continua durante muchos años produciendo erupciones que han alterado la morfología del área, transformando y modificando las formas originales del relieve, que tuvieron su origen en la glaciación de la cordillera de los Andes. A su zona de influencia nos dirigíamos.

Sólido río de lava

Los cuatriciclos de Mario son 80, 125 y 200 c.c. Todos son centrífugos y de fácil manejo. Una pequeña charla técnica y de seguridad es suficiente para disfrutar la experiencia. Al costado del circuito, un millar de retamas amarillas acompañaban nuestro paso. El camino sinuoso era interrumpido por arroyos que cruzábamos salpicándonos con el agua del deshielo. Los cerros de los alrededores estaban colmados de araucarias, lengas, coihues y chauras, propios de la selva valdiviana. Cuesta arriba, llegamos a un sector donde la vegetación se entrelazaba con las copas de los árboles formando una especie de cueva fresca y oscura. La luz apareció nuevamente y, con ella, los colores de la vida. Esta vez, para cruzar por un puente de madera que nos condujo directo al canal lávico. “El río de lava es el resultado de la erupción del volcán Villarrica en el año 1971” nos explicó Mario. Comenzamos a recorrerlo intentando llegar al origen y apreciar la magnitud de la erupción y sus efectos en la tierra y en la vegetación. Una cascada en medio del camino nos robó inteligentemente la atención haciendo que nos olvidáramos de nuestro cometido. Frenamos y nos quedamos conversando sobre Pucón, sus paisajes, su gente y su historia durante más de una hora frente al salto de agua. Fue muy divertido realizar la excursión junto a Víctor y su equipo. A veces, es mejor no planear tanto las cosas y dejar que simplemente sucedan.