Historia
El Calafate se encuentra a 316 km de Río Gallegos, y toma su nombre del pequeño arbusto Calafate, típico del sur de la Patagonia. Este fruto, es una baya muy apetecible en la preparación de dulces. Según la tradición, quien come calafate alguna vez regresará por más. Pero la realidad indica que quien conoce El Calafate no quiere irse jamás.
En Octubre de 1867 una expedición terrestre fue hacia las nacientes del Río Santa Cruz, promovida, organizada y financiada por el Cap. Luis Piedra Buena a las órdenes de Guillermo Gardiner y acompañantes, navegando por la margen sur del río. Emplearon 33 días de ida y 16 de vuelta. En su recorrido cruzaron el Río Bote, llegaron cerca de donde esta situado hoy Calafate, hallaron el arroyuelo que viene de los cerros y divisaron enfrente una isla de regular tamaño – Isla Solitaria -. Pasaron por Chorrillo Malo y siguieron hasta Lago Roca, realizando reconocimientos parciales, creyeron posible encontrar un paso hacia el Pacífico. Expedición importante por el descubrimiento efectivo del Lago (bautizado por Moreno) Lago Argentino, y condiciones que facilitarían otras expediciones (aguas, pastos, árboles, caza).
En Noviembre de 1873 , el Subteniente Valentín Feilberg fue designado para explorar las nacientes del Río Santa Cruz. La marcha en chinchorro con otros tripulantes, la realizaron en 22 días, pero por la equivocada información con la que contaban, creyeron que era el Viedma. Izaron el pabellón en un remo como asta y dejaron una botella con un documento probatorio de su hazaña.
A fines de 1876 y a comienzos de 1877, Carlos Moyano y Francisco Moreno efectuaron el primer viaje exploratorio desde la Isla Pavón, navegando el Río Santa Cruz. El 15 de febrero de 1877 Moreno bautizó Lago Argentino al lago que origina ese río. Continuaron al norte por el río La Leona al Lago Viedma. Alcanzaron el río Chalía, el Lago San Martín y el Lago Tar (nombre puesto por los naturales). Esta expedición permitió conocer la información general del Lago Argentino. En la división del Brazo Norte y el Brazo sur dieron al lugar el nombre de Punta Bandera depositando el pabellón Nacional. También bautizaron los montes Frías, Buenos Aires, Moyano, Stokes, Fitz Roy y Punta Avellaneda.
En 1879 el Glaciar Moreno fue avistado por primera vez por el capitán Inglés de la Armada Chilena Juan Tomás Rogers, dándole el nombre del Director de la Oficina Hidrográfica de la Marina de Chile “ Francisco Gormaz ”, por patrocinar dicho organismo la expedición.
También años mas tarde Hauthal adscripto a la Comisión Argentina de Límites, lo llamaría Bismark en honor del Canciller prusiano.
En 1887 Agustín del Castillo estuvo en el Lago Argentino y al pie del Payne. En 1892 Alcides Mercerat, hombre de ciencia francés realizó una excursión a través del Río Santa Cruz hasta el Lago Argentino y la Cordillera del Payne, efectuando observaciones geológicas y reuniendo material arqueológico.
En 1895 viaja a los lagos Argentino, Viedma y San Martín Carlos V. Burmesteir, ingeniero encargado de la mensura de tierras públicas y coleccionista del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires y en 1901 hizo la exploración y relevamiento de la zona sur del río Santa Cruz 800 leguas.
En 1899 se daría el nombre definitivo al Glaciar en honor al Perito Moreno por el Teniente Iglesias encargado de unos estudios para el Instituto Hidrográfico Argentino.
El Parque Nacional Los Glaciares, cubre una superficie aproximada de 600.000 hectáreas. De este gran campo de hielo se desprenden 47 glaciares, entre ellos: Marconi, Viedma, Moyano, Upsala, Agassiz, Bolado, Onelli, Peineta, Spegazzini, Mayo, Ameghino, Moreno y Frias , todos ellos pertenecientes a la cuenca Atlántica.
Desde El Calafate podrás recorrer y deleitarte a través de una importante flota de micros para excursiones, modernas embarcaciones, Guías bilingües especializados, agencias de viajes que organizan paseos y excursiones que van desde el clásico mirador del glaciar Perito Moreno, hasta audaces expediciones que cruzan los glaciares de lado a lado.
Leyendas
El Calafate del libro Joiuen Tsoneka (leyendas tehuelches) de Mario Echeverría Baleta
Koonek, la anciana hechicera de la tribu estaba demasiado agotada para continuar caminando hacia el norte, el invierno estaba próximo y había que buscar lugares donde no faltara la caza.
Como era habitual en estos casos, se le construyó un buen kau y se le dejó abundante comida , pero seguramente no le alcanzaría para todo el invierno. Para esa época no existían los caballos ni los calafates.
Quedó totalmente sola, hasta los pájaros emigraron con la llegada de las primeras nieves, pero ella subsistió inexplicablemente. A la llegada de la primavera se asomaron las primeras golondrinas, algunos chorlos y unas inquietas ratoneras. Koonek les increpó la actitud por haberla dejado sola, sumida en el silencio, a los que las avecillas respondieron que ello se debía a que durante el invierno no tenían donde resguardarse del viento y del frío, además en el otoño el alimento les era escaso.
Koonek, sin salir del toldo les respondió. –“Desde ahora en adelante podrán quedarse, tendrán abrigo y alimento”. Cuando abrieron el kau, la anciana hechicera ya no estaba, se había convertido en una hermosa mata espinosa de perjumadas flores amarillas que al promediar el verano ya eran moradas frutas de abundantes semillas. Los pájaros comieron sus frutos, también los Tsonekas y desparramaron las semillas de aike en aike.
Ya nunca más se fueron las aves y las que se habían ido volvieron al enterarse. Por eso: “El que come calafates, vuelve”.-
Koonek : calafate
Kau : Toldo, Casa
Tsonekas: nombre verdadero de los llamados: Tehuelches, Aónikenk o chonkes Aike
Joiuen: leyenda
Leyenda mitológica “Kospi” del libro Joiuen Tsoneka de Mario Echeverría Baleta
Kospi era el nombre de una hermosa niña que vivía en el sur cuando las plantas no tenían flores. Muchos jóvenes cazadores recorrían largas distancias para admirarla y recibir el regalo de su sonrisa. Kospi empleaba el tiempo en las tareas propias de la mujer Tsoneka, coser quillangos, pintarlos, preparar pinturas, tejer mantas..... o peinarse los negros y lacios cabellos mirándose en el espejo del Lago. En esa estaba la tarde en que Karut (el trueno) el señor de la montaña la raptó escondiéndola en una profunda caverna del glaciar .
En vano llamó, más nadie podía oírla. Tan grande era su pena que se convirtió en hielo y se confundió con los témpanos.
Cuando Karut no pudo hallarla bramó una y otra vez, pero sus voces solo lograron despertar a la lluvia que acudió presurosa y manó abundante. Kospi convertida en agua, bajó por la plata de los chorrillos hasta hundirse en los valles.
Con la llegada de la primavera trepó por los tallos de las plantas y se asomó convertida en flor para mirar desde allí y para siempre a la gente de su raza. Desde entonces en la lengua Tsoneka se le denomina Kospi a los pétalos de las flores.
Tsonekas: nombre verdadero de los llamados: Tehuelches, Aónikenk o Chonkes
Joiuen: leyenda
Kospi: pétalo
Karut: trueno