Nos sorprendimos con el renovado parque de nieve Primeros Pinos, un centro de aprendizaje en deportes invernales ideal para la gente del Alto Valle.
Desde Villa Pehuenia salimos al atardecer hasta nuestro próximo destino: el parque de nieve Primeros Pinos. La ruta que nos condujo fue la provincial número 13, de ripio flotante, por lo que transitamos con sumo cuidado. De los noventa kilómetros que nos separaban del destino, setenta y cinco fueron en subida. En este tramo, la ruta no presenta buena cartelería, así que tuvimos que prestar un plus de precaución en el manejo. Pronto el anochecer nos invadió y el firmamento se pobló con brillantes constelaciones. Nos alegramos por esta característica del cielo, ya que nos auguraba que la mañana siguiente estaría despejada.
Esquiar en Primeros Pinos
A la mañana siguiente, unos cuantos nubarrones sobre el horizonte captaron nuestra atención. Nos dimos cuenta de que no éramos buenos meteorólogos. Si bien el día se presentaba gris, algunos rayos de sol se colaban entre las nubes, contrastando marcadamente los distintos sectores del complejo. Al lado de la hostería pudimos alquilar nuestros trajes de esquí y tablas a tarifas accesibles. Además, en este local se pueden arrendar equipos de snowboard. Los que no saben esquiar y quieren disfrutar la nieve, también pueden conseguir entretenidos deslizadores o “culipatines”. Nos fuimos hacia la pista. Ubicada a 1.810 metros sobre el nivel del mar en el Cerro Quelli-Mahuida, es una excelente propuesta para quienes desean dar los primeros pasos en el esquí. Posee una pequeña superficie esquiable, a la cual se accede a través de un poma lift con capacidad para 100 esquiadores. Presenta dos pistas con un desnivel de treinta metros, con una pendiente que varía entre veinte y treinta grados. Casualidad de la vida, no funcionaba el motor que debía poner en movimiento el poma, por lo que para disfrutar la nieve, teníamos que cargar nuestros esquíes hasta la cima, y así poder deslizarnos. Ante este inconveniente decidí que sería mejor tomar una clase de esquí y de ese modo capitalizar nuestro tiempo mejorando la técnica. Para nuestra suerte estaba Rodrigo, un militar del ejército que trabaja en el cuartel cercano a Primeros Pinos y que, en su tiempo libre, se dedica a enseñar esquí alpino y nórdico en el parque de nieve. Cabe destacar que Primeros Pinos posee estacionamiento, sala de primeros auxilios, guardería infantil y seguridad privada dentro del predio, lo que hace que sea un sitio ideal para disfrutar cómodos, seguros y plácidamente los deportes de invierno. Con mucha paciencia, el instructor nos enseñó a descender en travesía, a dar vuelta frente a la pendiente y a deslizarnos haciendo un rápido y corto slalom sobre la nieve polvo. Al culminar con la clase decidimos que era tiempo de descansar. Regresamos a la hostería donde nos aguardaban con el almuerzo preparado. Luego de una entretenida sobremesa, más relajado, me fui a dormitar sobre uno de los mullidos sillones del salón. Sin darme cuenta me quedé dormido. En ese ínterin recuerdo que soñé que me deslizaba suavemente con mis esquíes por una leve pendiente, el horizonte se multiplicaba en la lejanía, y las araucarias circundantes eran testigos mudos de mi veloz tránsito por la nieve. Al despertar me di cuenta de que había soñado con Primeros Pinos.