Historia
La Historia actual de ambas ciudades y su geografía y entorno las une fuertemente. Tuvieron comienzos en común y recorridos que fueron alternando entre diferentes avatares y sucesos.
Después de la Conquista del Desierto de 1876, se instaló en la zona el Matrimonio Funes, con una posta o paradero de descanso para atender a los viajeros que hacían la travesía a caballo desde las zonas de cordillera al Valle, a donde en ese entonces llegaba el ferrocarril.
En el año 1915 llega el Ferrocarril del Sur al kilómetro 1294 trayendo los primeros equipos para la perforación del Pozo nº1 de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. La Empresa, YPF, crea el pueblo para residencia de sus operarios, el 13 de Setiembre de 1918.
Se crea el Registro Civil el 8 de junio de 1921, y el 20 de noviembre del mismo año se inaugura la Estación del Ferrocarril.
El 24 de abril de 1966 YPF entrega el área al estado provincial, y el 1 de febrero de 1967 se constituye el Municipio de Plaza Huincul. Queda claro que la pertenencia inicial del ámbito de esta localización, al estado nacional a través de la empresa, produjo una separación de las comunidades que fueron creciendo paralelamente.
Narración
Extraido de “ Tierras del Confín” de Felix San Martín
“ Conservamos la visión exacta de lo yermo que era Plaza Huincul cuando viajábamos a caballo entre Neuquén, a la sazón punta-rieles del Ferro C.S., y la cordillera, lugar de nuestra residencia desde 1907. Mísera aguada salobre en el centro de la travesía entre Arroyitos y Santo Domingo, era el punto obligado de alojamiento de todos los que tranqueábamos esa huella. A la vera de la vertiente que manaba en el fondo del barranco que de allí partía y se desarrollaba en zanjón que corría hacia el Este con leve derivación al Sud, había levantado su vivienda Doña Carmen Funes, más conocida como la Pasto Verde, sobrenombre que le venía desde su juventud, cuando era una de las tantas heroicas que siguieron a nuestros batallones en la Conquista del Desierto....
Era la suya la única población en las veintitantas leguas de travesía y el viajero que no alojaba allí por lo menos bajaba a la aguada para abrevar su tropilla; y luego de la plática obligada con Doña Carmen y de algunos amargos que la obsequiosidad criolla nos dispensaba, se “ abría “ campo afuera en busca de buen pasto para la caballada, a la que era necesario rondar so pena de quedarse a pie.
Un chileno de apellido Campos era el compañero de Doña Carmen. Atento el hombre, solía quedarse conversando hasta tarde con nosotros en el fogón. Recordamos que en más de una ocasión nos habló de un “ lloradero” de alquitrán en que sabía empapar pedazos de arpillera para encender fuego y hubo una vez que hasta nos mostró algunas de esas mechas. Nunca le dimos importancia a la referencia, tomándolo como una de las tantas “ conversas” con que se entretenían las horas en el fogón de los caminos, es cierto también, que ignorábamos el petróleo y que en la vida que hacíamos no era para pensar en explotación de minas en el corazón del desierto.
Y allí mismo, en medio de aquel erial, cientos de torres que parecen atalayar el infinito, denuncian hoy los Yacimientos Petrolíferos, en lo que se agita una población de cuatro mil almas. “