Historia
Un entorno de belleza imponente y salvaje fue la cuna de los primeros habitantes humanos (bandas paleo indias de cazadores recolectores trashumantes) que luego se configuraron en la etnia Mapuche-Hulliche.
A fines del siglo XVI se estableció el fuerte de Arquilhue en las proximidades de Funtronhue, actual Futrono, denominado así por los nativos debido a las “grandes humaredas” generadas por los incendios producidos por los colonizadores para construir campos de cultivo. El fuerte fue creado con el fin de resguardar la presencia española en la región.
En el año 1599 el fuerte fue destruido por un alzamiento Hulliche provocado por el abuso de los encomenderos. Éste se originó primeramente en Valdivia y luego se extendió a las zonas interiores de los valles y lagos.
A mediados del siglo XVIII y XIX, luego de la Guerra de Pacificación, volvieron a establecerse los colonos de origen español y alemán, los cuales continuaron talando el bosque nativo y transformando el entorno en praderas y potreros cultivables. Así se dio inicio a la explotación de un recurso natural muy abundante: la madera.
Poco a poco, el pueblo fue creciendo como un enclave agroforestal y atrajo flujos migratorios de los pueblos aledaños, más aún cuando el ferrocarril del estado comenzó a adquirir durmientes de roble y, por ende, los aserraderos locales necesitaron mano de obra para cubrir la demanda. Es en aquellos tiempos de vapores surcando las aguas del lago Ranco en el incipiente modelo de Estado Nacional Desarrollista, impulsado por Pedro Aguirre Cerda, en que el pueblo se constituyó en Comuna, un 12 julio del 1941, mediante el decreto ley N° 6973, y se determinó además su área territorial.
Actualmente, Futrono ocupa una superficie de 2.120 kilómetros cuadrados, de las cuales casi el 60% corresponde a bosques naturales. Esto, sumado a su hidrografía y relieve, le otorga características únicas para las prácticas turísticas en todas sus formas.
Fuente consultada:
* Documento sobre Patrimonio Cultural de la Comuna de Futrono – otorgado por el Centro de Negocios de la Comuna.
* Revista Futrono – Todo un Sur por descubrir.
Leyendas
Epew: Anciana dueña de la montaña
De “Conozcamos nuetras raíces a través de los cuentos mapuche”, antología realizada por la Asociación Indígena Tren Tren Mapu, San José de la Mariquina, 2001, Fondart Regional.
Una vez un hombre que andaba buscando sus animales en la montaña se perdió; tampoco encontró sus animales. Se le hizo de noche tratando de encontrar el camino que llevara de regreso a su casa, así es que decidió alojarse en el monte. Cuando se acomodaba para descansar y dormir, de pronto vio un fuego en medio del bosque, alrededor del fuego bailaba una anciana. Se dirigió adonde estaba la anciana, ésta era la Kvpvka y, al llegar cerca de ella, descubrió que había una casa que estaba hecha con materiales recogidos del monte. Tenía de todo, papas, arvejas, maíz. Saludó con mucho respeto a la anciana, luego se hicieron amigos y se casaron.
La anciana, al saber que el hombre era pobre, viudo y que tenía cuatro hijos, le dijo: “si tienes hijos, tráelos, aquí hay de todo”. Así, el hombre llevó a sus hijos, comieron y se alojaron en la casa de la Kvpvka. Una noche, mientras se alojaban en casa de la anciana, uno de los hijos del hombre, al mirar los pies de ella, riendo dijo: “mira, tiene sólo dos dedos la viejita”. Al escuchar esto, la anciana se enojó mucho, pateó su casa y así desapareció todo, el fuego, la riqueza y la Kvpvka.
El hombre, desesperado, dijo a su hijo: “ayayayay, ¿por qué te burlaste de la papay (anciana)? ¿Qué vamos a hacer ahora?”. Volvieron a su casa, aconsejó a todos sus hijos, pero finalmente siguió viviendo con la Kvpvka.