En un corto recorrido entre Panguipulli y el paso internacional Carirriñe, los complejos termales se suceden unos a otros.
La comuna de Panguipulli tiene entre sus atractivos más destacados sus centros termales, tanto por los componentes minerales de sus aguas como por sus servicios. Se debe al alto nivel de eventos volcánicos y la falla de Liquiñe-Ofqui, que corre paralela a la cordillera de los Andes. En el interior del cordón de fuego montañoso se producen lagunas subterráneas de temperatura elevada y sustancias inorgánicas con propiedades favorecedoras para la salud. Salimos de la ciudad de Panguipulli para recorrer la campiña chilena rica en vegetación, espejos de agua y caminos sinuosos, algunos aún de ripio.
Dejamos atrás la laguna Pullinque y la ruta nos condujo entre laderas tapizadas por la selva valdiviana que cruza fincas agrícolas con sembradíos muy verdes. Coñaripe nos impactó por su colorida calle principal y por las playas de arena y sombra del lago Calafquen. Seguimos viaje luego de aprovisionarnos de unos kuchen exquisitos en una panadería local. El siguiente punto de interés fue la cuesta de los Añiques, que descendimos inmersos en una tupida galería vegetal mientras tomábamos curvas y contracurvas.
A 14 kilómetros de Coñaripe, en el sector conocido como Los Cajones, se encuentran las termas de Los Vergara, junto al río Aihué. A las piscinas al aire libre se le suman una techada y baños de tina. Dentro de un entorno natural, es posible realizar otras actividades como trekking o canopy. En el río Llancahue se practica pesca con mosca y se realizan bajadas de rafting muy entretenidas.
Conocimos las termas de Coñaripe que, con sus seis piscinas termales y el buen gusto de sus instalaciones, está al frente de las tentaciones de la región. Las piletas al aire libre, techadas o con hidroterapia, complementan las terapias termales con tratamientos de piel y relajación en su coqueto spa. Una estadía de varios días en sus cabañas, con gastronomía de primer nivel, puede ser unas vacaciones en sí mismas.
Las Termas Geométricas o del Cajón Negro tienen una construcción muy particular que armoniza con el paisaje. Distintas pasarelas conducen de piscina en piscina mientras se internan en la montaña. Las aguas se aprovechan en el mismo sitio donde surgen de la tierra y los baños son al aire libre en medio del bosque nativo. Durante el verano, existe la posibilidad de quedarse hasta tarde en la noche y tomar baños a la luz de la luna o las velas que llenan de magia el entorno de las piscinas. Al llegar a Liquiñe, nos esperaban las termas de Manquecura, las de Carranco, las del río Liquiñe y las de Hipólito Muñoz. En este sector, las primeras termas las armaron las comunidades mapuches y sus raíces están presentes en distintas expresiones, como sus fiestas típicas o la utilización de la madera con gran arte.
En esta región, los recursos naturales se aprovechan en espacios al aire libre y techados, con barro termal y baños de vapor. Ya sea que se utilicen sus cabañas, sus rústicos dormitorios y el sector de camping, todas ofrecen la posibilidad de pasar más de un día dentro de una comuna rural de gran belleza. La montaña brinda la posibilidad de apreciar qué siente el organismo luego de una inmersión de varios minutos en sus aguas fosforadas, cuando se recupera y enfría al aire libre para hacer posible el siguiente baño. Las piscinas y pozas naturales ofrecen diversas infraestructuras y servicios pero el mismo encanto natural y atributos terapéuticos para relajarse y sentirse bien.