Historia
Descubierta por Hernando de Magallanes en 1520, en San Julián se ofició la primera misa en territorio argentino el 1º de abril de dicho año.
En 1578 recala el corsario inglés Drake, que había salido de Plymouth el 13 de diciembre de 1577, en el más hermético secreto, zarpando con una flota de cinco barcos y 162 tripulantes. El hermetismo obedecía a que Inglaterra estaba en buenas relaciones con España y el propósito de Drake era justamente asaltar barcos españoles (también portugueses si los hallaban) y apropiarse de todo lo que encontraran de valor. El 21 de junio desembarcan en San Julián sin la carabela Christopher, que se había incendiado. Deciden invernar allí, donde cincuenta y ocho años antes lo hiciera Magallanes, y tal como ocurrió entonces alguien pagó con su vida una insubordinación. El ejecutado fue Thomas Doughty, y el 20 de agosto ya las naves cruzan el estrecho e ingresan al Pacífico.
A principios de 1741, el Almirantazgo Inglés envía a los mares australes una flota integrada por 7 naves, con 250 cañones y casi 2000 marinos, bajo el mando del temerario George Anson. Como España e Inglaterra estaban en estado de guerra, la Corona británica no veía impedimento para ocupar posesiones españolas al sur del Pacífico y abordar y secuestrar valiosas cargas.
Pero no iba a tener buena suerte esta empresa, a pesar de haber sido contrarrestada por otra pequeña flota española que sale a su encuentro, una violentísima tempestad iba a dar cuenta de ambas, neutralizando sus acciones.
El 23 de marzo de 1780 llegó a San Julián una escuadrilla colonizadora bajo la dirección de Antonio de Viedma con la intención de dejar población y fortificar el lugar, pero los vientos y la búsqueda de agua dulce para abastecerse, lo llevaron a Deseado, donde debió pasar el invierno.
Ya en 1752, Domingo Basavilbaso, un importante mercader porteño, extraía sal en San Julián en el salitral Cabo Curioso y la comercializaba en Buenos Aires. Esas épocas eran propicias para la actividad ya que tanto los loberos como los balleneros ingleses frecuentaban estas costas y nadie se preocupaba por la vigilancia española que a la sazón no era muy eficaz.
En 1780, por orden del Virrey Vertiz y ante la política española de fundar poblaciones para defender la costa Atlántica, se funda un pueblo con el nombre de la Nueva Colonia de Florida Blanca a 10 km de la actual localidad de Puerto San Julián en dirección N.O. Esto ocurre el 1º de Noviembre de dicho año para lo cual reclutan a 200 familias que levantan el nuevo caserío pero el lugar es abandonado en enero de 1784, ya que predomina en Vertiz el criterio de no mantener ninguna población que no tuviera sustento por si misma.
Finalmente es fundada como Puerto San Julián el 17 de setiembre de 1901 y fue declarado lugar histórico por decreto 12.466 del 5 de noviembre de 1943.
Leyendas
Leyenda mitológica “Uendeunk” del libro Joiuen Tsoneka de Mario Echeverría Baleta
Uendeunk representaba al espíritu bueno que acompaña a los niños desde que nacen y protege a los hombres ayudándolos en sus hechos.
Así es que cuando muere un indio, Uendeunk lo lleva ante la presencia de Elal y le cuenta todo lo que éste ha hecho durante su paso por la vida. Si fue buen cazador, si mató muchos pumas, si cuidó de la familia y los niños, y , si había enseñado a sus descendientes lo hechos de Elal.
Al indio no le interesa llevar la cuenta de sus hazañas, pues sabe que : “Uendeunk no lo olvida”.
Por los atardeceres ronda las tolderías, propiciando el momento para que los ancianos narren a sus sucesores la historia de su raza.
Tsonekas: nombre verdadero de los llamados: Tehuelches, Aónikenk o Chonkes
Joiuen: leyenda
Uendeunk: Espíritu bueno
Elal: nombre propio del héroe de los Tsonekas
Puerto San Julián, origen del mito patagónico
Aporte realizado por el Director de Turismo de la Municipalidad de Puerto San Julian, Sr. Pablo Walker
Magallanes. La leyenda maldita
Puerto San Julián fue el lúgubre escenario de los hechos más sobresalientes del primer contacto del hombre blanco con el actual suelo argentino, en sus despojadas playas se escribieron, con sangre de nativos y europeos, las primeras páginas del oscuro prólogo de la Historia Argentina.
Pero los atroces acontecimientos de la Bahía de San Julián tuvieron asimismo honda repercusión en el imaginario colectivo europeo, dando origen al mito patagónico.
Nuestra austera geografía es capaz de contarnos, 481 años después, el novelesco desarrollo de esos eventos; solo se trata de saber escuchar.
Hacia el año 1500 Europa se encontraba inmersa en una turbulenta y vertiginosa transformación cultural llamada Renacimiento, que estaba cambiando dramáticamente la manera de ver el mundo. El Renacimiento implicaba el rechazo del oscurantismo medieval, una visión mas centrada sobre el hombre, y un inusitado interés por descubrir el mundo. Paralelamente la gente comenzaba a aspirar a una serie de ventajas materiales, a un nivel de vida superior al de sus antepasados.
La necesidad de especias para conservar la carne de las reses sacrificadas cada año en octubre, alimentaba un rentabilísimo intercambio comercial con el oriente mítico de Marco Polo. Abigarradas caravanas llevaban a Europa las especias de embriagantes aromas, canela, nuez moscada, jengibre y clavo de olor. Pero otros productos suntuarios se agregan a estos, finísimas sedas chinas, algodones de la India, piedras preciosas de Ceilán y el Tíbet.
Las dos principales potencias comerciales y militares de la época, Portugal y España pugnaban por el dominio de las rutas navegables. El portugués Vasco da Gama había conseguido la proeza de unir la Península Ibérica con la India doblando por el tempestuoso sur del continente africano, y desde entonces su país controlaba esta vía, anticipando y excluyendo a España del comercio de las especias.
Colón creía que se podía llegar a las Indias navegando hacia el oeste, pero en esta empresa se le interpuso un nuevo continente, América.
Otro marino genial insistiría años más tarde con la búsqueda de un camino alternativo a la tierra de las especias, así, el portugués Hernando de Magallanes, desoído por su propio rey, propuso a la Corona española alcanzar las Indias bordeando el extremo sur de América, la Terra Australis.
Tras dos años de febril actividad, consiguió equipar una flota compuesta de cinco naos , llamadas: San Antonio, Concepción, Trinidad (nave insignia), Victoria y Santiago.
La Armada de la Especiería, integrada por 265 tripulantes, levó anclas del puerto de Sevilla el 10 de agosto de 1519.
En diciembre del mismo año recalan en las paradisíacas costas del Brasil.
A comienzos de 1520 la flota dedicó todo un mes a la exploración exhaustiva del Río de la Plata, tal vez debido a la errónea creencia que este anchuroso Mar Dulce constituía el canal interoceánico que Magallanes buscaba afanosamente.
Decepcionado por no haber hallado el paso, el portugués continuó se derrota hacia el sur, escrutando cada resquicio de costa que pudiera ser la puerta del camino de las especias.
A fines de febrero debieron resguardarse de una enorme tempestad en un reparado puerto que llamaron Bahía de los Trabajos .
Continuando hacia el austro, el 31 de marzo de 1520, víspera de Pascua de Flores, las cinco naos penetran en la Bahía de San Julián. Nada más fondear, Magallanes en vista de las duras condiciones meteorológicas que le esperan y previendo un largo y frío invierno, prepara sus naves para invernar. Para ello, la primera medida que toma es la de reducir la ración diaria de los alimentos traídos de España.
Lógicamente, esta severa medida disgustó a los tripulantes y exacerbó el descontento general. Exaltados los ánimos, nombran una comisión para parlamentar con el capitán general.
Magallanes escucha las demandas y responde que tanto él como todos los integrantes de la expedición, habían contraído el compromiso con la Corona de España de llegar a la Especiería, y que estaban obligados a cumplirlo aun a costa de morir en el empeño.
Si bien en la marinería el brote rebelde se extinguió rápidamente, algunos de los hombres con mando se amotinan, para exigir al portugués que informe sus planes.
“E fueron a un puerto que se dice de San Julián, e allí estuvieron ciertos días y entonces los capitanes, entre ellos, concertaron que querían hacer una suplicación que les donase derrota del camino por donde habían de navegar.”(nota del Archivo General de Indias)
El 1 de abril, domingo de Ramos, Magallanes invitó a capitanes, oficiales y pilotos a una misa en tierra firme, (la primera rezada en territorio actualmente argentino) para después agasajarlos con un gran almuerzo en la nave capitana. La insubordinación que estaba incubándose, se hizo evidente cuando algunos los capitanes rehusaron concurrir a misa, declinando asimismo la invitación a la comida de camaradería.
Al inicio de la guardia de modorra, en la fría madrugada del 2 de abril, Juan de Cartagena y Gaspar de Quesada al mando de unos treinta hombres, lograron el control de tres naos de la flota. El Capitán General quedó con la Trinidad y la menor de las naos, la Santiago.
Cuando ninguna de las partes estaba decidida a ir a parlamentar al barco del contrario, la tarde del mismo 2 de abril, Magallanes decide tomar la iniciativa y para ello redacta un mensaje al capitán de la Victoria, Luis de Mendoza, encargándole al alguacil Espinosa que se lo lleve en mano, acompañado de cinco hombres armados secretamente. Mendoza, ajeno a las intenciones de los portadores del mensaje, les facilita el acceso a bordo. Espinosa es recibido en su cámara por Mendoza, y cuando éste se concentra en la lectura, el alguacil se lanza sobre él y lo apuñala repetidas veces, dándole por muerto. De este modo Magallanes recupera la nao Victoria, consiguiendo el control táctico de la situación por poseer mayor capacidad de fuego que los insurrectos.
Seguidamente, en una breve escaramuza, toma por asalto la San Antonio capitaneada por Quesada, sometiéndola rápidamente, más tarde Cartagena al mando de la nao Concepción depone sus armas.
El castigo impuesto alcanzó gran dureza. Magallanes, convertido en juez y fiscal condenó a muerte a cuarenta hombres, aunque finalmente sólo ejecutó a uno y desterró a dos de ellos.
El 4 de abril el Capitán General ordenó el descuartizamiento de Mendoza, que había muerto a causa de las heridas recibidas durante el motín.
El 7 de abril el capitán Gaspar de Quesada era decapitado por mano de su propio criado, Luis de Molino, a quién Magallanes conmutó la pena de muerte a condición de aquél ejecutara a su amo. Seguidamente el cadáver de Quesada también fue descuartizado .
Es muy probable que el juicio se desarrollara bajo la intimidante presencia del tétrico cadalso levantado en la margen oriental de la bahía. La usanza de la época imponía que los hidalgos, dada su alcurnia sólo podían ser decapitados, mientras que para la clase baja se reservaba una muerte mas plebeya, por ahorcamiento. Recordemos que dentro de los cuarenta condenados la mayoría pertenecía a esta última condición social.
El capitán Juan de Cartagena -veedor de la armada- y el clérigo Sánchez de la Reina, fueron desterrados allí mismo, abandonados en la playa con mínimas provisiones. Antonio de Pigafetta, el célebre cronista de la expedición anotó en su diario: “entonces el comandante, que no osaba quitarle la vida porque (Cartagena) había sido creado capitán por el Emperador en persona lo arrojó de la escuadra y lo abandonó en tierra de los patagones con cierto sacerdote su cómplice”...
En el mes de junio se produce el encuentro con los nativos, Pigafetta, el cronista de la expedición escribe: “Un día en que menos lo esperábamos se nos presentó un hombre de estatura gigantesca. Estaba en la playa, casi desnudo, cantando y danzando al mismo tiempo, y echándose arena sobre la cabeza. (...) Al vernos manifestó mucha admiración, y levantando un dedo hacia lo alto, quería sin duda significarnos que pensaba que habíamos descendido del cielo. Este hombre era tan alto que con la cabeza apenas le llegábamos a la cintura”... El vívido relato del cronista italiano dio inicio a la leyenda del gigantismo de los tehuelches , un error antropométrico que persistiría mas de dos siglos.
Mas adelante refiriéndose al encuentro con otro nativo dice: “Pasó algunos días en nuestra compañía, habiéndole enseñado a pronunciar el nombre de Jesús, lo oración dominical etc., lo cual logró ejecutar tan bien como nosotros, aunque con voz muy recia. Al fin le bautizamos dándole el nombre de Juan”... Este fue el primer acto evangelizador de la historia argentina.
Magallanes capturó a dos tehuelches para llevarlos a España como obsequio al Rey, y durante una expedición en la que se procuraba capturar también mujeres nativas, un tripulante fue alcanzado por un flechazo y días después falleció. Este constituye el primer derramamiento de sangre en la larga serie de enfrentamientos entre conquistadores y aborígenes de nuestro país.
El Almirante los bautizó con el nombre de “patagones” y Pigafetta en el trazado del primer mapa del extremo sur de América incluyó el topónimo “Regione Patagonia”.
Respecto del origen del término “patagones”, existe una interesante controversia etimológica, ya que mientras la versión más difundida atribuye la inspiración del nombre al enorme tamaño de las pisadas, existe otra posible influencia que debe rastrearse siete años antes de la partida de la expedición, en 1512, cuando fue publicada una novela de caballería, llamada “Las aventuras del caballero de Primaleón”. En este relato, Primaleón navega hacia una lejana isla, en cuyo interior habita un monstruo llamado “Gran Patagón”. El caballero hiere al monstruo de una estocada y este tiñe el suelo con su sangre y “ruge con tanta intensidad que habría aterrado al más firme de los corazones”. Se advierte en este relato fantástico una gran concordancia con la primera impresión que tuvieron los europeos ante los tehuelches, a quienes consideraron seres gigantescos dotados de fuerza sobrehumana.
La estadía magallánica quedó aquí perpetuada en varios topónimos. Magallanes bautizó este sitio con el nombre de Puerto San Julián . El accidente geográfico que constituye la margen sudeste de la boca de la bahía, fue llamado Punta Desengaño, producto de la desilusión de Magallanes al constatar que lo que parecía la embocadura del paso interoceánico no era sino una estrecha bahía. La isla donde fueron sepultados los restos de Mendoza y Quesada fue llamada Isla de la Justicia. Y finalmente el cerro de 285 m. actualmente conocido como Monte Wood fue bautizado Montecristo, y en su cima fue clavada una cruz, como era de práctica en tanto reafirmación de la fe cristiana y seguidamente se tomó posesión de esta tierra en nombre del Rey de España. (es el primer acto formal de soberanía española en suelo argentino).
Aquí tendría origen la leyenda negra de Patagonia, con su halo trágico , su naturaleza hostil, su proximidad al acabamiento del mundo y sus habitantes monstruosos y gigantescos. Era el nacimiento de un mito. Tras cinco meses de estadía la flota abandonó San Julián.
Aunque Magallanes no sobrevivió, el primer viaje de circunnavegación probó efectivamente la redondez de la tierra, finalmente el hombre había conseguido medirle la cintura al mundo.
Drake en San Julián, un sombrío paralelismo.
Cincuenta y ocho años después, las quietas aguas de la bahía de San Julián fueron hendidas por la recia proa del galeón Pelican, nave capitana de la flota del corsario inglés Francis Drake.
Su armada, compuesta por cinco navíos había partido del puerto de Plymouth en septiembre de 1577, con el propósito de asaltar y saquear las embarcaciones españolas y portuguesas que transportaban preciosos cargamentos, provenientes de las Indias y de América. Pero sus actos de piratería no eran solo navales ya que incluían además la destrucción y rapiña de los puertos y fortificaciones que aquellos poseían en ultramar.
Los españoles concluyeron por considerarlo un azote de Dios, enviado para redimirlos de sus pecados y herejías.
En este viaje, Drake planeaba seguir la estela magallánica, atravesando el famoso estrecho, para interceptar los galeones españoles que por entonces navegaban en el Pacífico cargados del oro y la plata arrancados de las entrañas de México y el Perú.
En junio de 1578 la flota se encuentra en aguas patagónicas y al igual que lo había hecho Magallanes medio siglo atrás, Drake decide invernar en San Julián, en espera de condiciones mas favorables para reanudar la navegación hacia el sur.
Los ingleses revisaron minuciosamente cada palmo de la bahía, buscando lo que de ella pudiera ser útil para la invernada, y fue allí donde hallaron, cual espectro solitario, la horca que había erigido Magallanes.
”El siguiente día, siendo el 20 de junio fondeamos en un muy buen puerto, llamado por Magallanes Port S. Julián donde encontramos una horca levantada sobre tierra firme por cuanto supusimos que sería el lugar donde Magallanes ejecutó a sus acompañantes rebeldes y desobedientes.” El sitio donde Drake encontró la horca es una redondeada espiga de pedregullo que se ubica exactamente frente a Puerto San Julián, en la margen occidental de la península homónima, por razones obvias fue denominada “Gallows Point”(Punta Horca).
Francis Fletcher, presbítero de la expedición, agrega otro inquietante dato a la sombría escena:“Entonces, en el continente nuestros hombres encontraron una horca hecha de un mástil de abeto, con huesos humanos debajo de ella...” Este hallazgo permite afirmar que los dos hombres desterrados por Magallanes en San Julián murieron aquí, y que en modo alguno fueron recogidos por la nao San Antonio que desertó en el estrecho de Magallanes para regresar a España.
El 22 de junio un reducido grupo desembarcó en la costa norte de la bahía con el objeto de hacer un reconocimiento de la misma, y allí se encontraron con algunos tehuelches “quienes tenían arcos y flechas, los cuales vinieron junto a nosotros. Dado que un caballero se encontraba presente, y teniendo arco y flechas hizo un disparo para demostrarles la fuerza de nuestros arcos, en dicho disparo su cuerda se rompió, entonces los Patagones combatieron con él, dirigiendo primero sus flechas a nuestro Maestro Artillero, quién tenía un arcabuz preparado para disparar, pero éste no pudo hacer fuego, y como él apuntaba su arma uno de ellos le disparó atravesándole desde el pecho a la espalda, por lo que él cayó muerto. También el caballero que había disparado la flecha fue tan malherido que falleció dos días después y con el otro fue sepultado en una pequeña isla situada en este puerto. Nuestros hombres dejaron al hombre muerto en la playa toda la noche y entonces fueron por él en un bote. En ese lapso los Patagones lo desnudaron de todas sus ropas y pusieron su cuerpo yaciente con sus ropas debajo de su cabeza y no volvieron a tocarlo, salvo para clavarle una flecha inglesa en su ojo izquierdo...”
Del trágico encuentro con los patagones ha pervivido una versión diferente y que vuelve a evidenciar las recurrentes conexiones entre las estadías de Magallanes y Drake en San Julián, en este caso es el piloto portugués Nuno Da Silva , quien escribe: “cuando los ingleses fueron a tierra en busca de agua fresca, y antes de dejar esta, cuatro de los Indios vinieron hasta el bote, y los ingleses les dieron pan y vino, y una vez que los Indios hubieran comido y bebido bien, ellos partieron y habiéndose alejado un poco, uno de los Indios les gritó, Magallanes esta he minha Terra, esto es Magallanes esta tierra es mía, y dado que los ingleses comenzaron a seguirlos y parecía que los indios huían tierra adentro, encontrándose a cierta distancia se dieron vuelta y con sus flechas mataron a dos marineros, uno inglés y el otro holandés, el resto regresó y se puso a salvo en el bote, alejándose rápidamente de la costa....”
Y finalmente el paralelismo más notable concierne al ajusticiamiento de uno de los capitanes de la flota corsaria, a quién Drake acusó de traidor “El último día de Junio M. Thomas Doughty fue llevado a juicio, fue acusado y convicto por ciertos artículos y condenado por M. Drake. El fue decapitado el 2 de Julio de 1578 cuyo cuerpo fue sepultado en la mencionada isla, cerca de donde él fue muerto.”( Edward Cliffe, marinero).
Tras hacerlo decapitar de un hachazo, Drake levantó la cabeza por la cabellera, y agitándola frente a sus hombres sentenció: ¡Mirad, este es el final de los traidores!.
Dougthy fue sepultado en la misma Isla de la Justicia utilizada por Magallanes para el mismo propósito 58 años antes. Fletcher consignó: “En la Isla en la cual cavamos para sepultar a esta persona, encontramos una gran piedra como las de molino, rota en dos partes la cual tomamos y pusimos rápidamente en tierra, una parte en la cabeza y la otra en los pies, rellenando el espacio intermedio con piedras y pedazos de tierra, grabando en la piedra los nombres de los restos sepultados allí, con la fecha de muerte y los nombres de nuestros generales en Latín, para una mejor comprensión de quienes pudieran venir en lo sucesivo...”
Drake permanecería dos meses en la bahía, restaurando su maltrecha armada. En estas costas, la pinaza “Mary”, que fuera capturada a los portugueses en las costas africanas sería desguazada y abandonadas sus cuadernas y quilla.
El 17 de agosto de 1578 la temible flota levó anclas, continuando el periplo que finalmente se convertiría en la segunda circunnavegación del mundo.
La sangrienta crónica de los hechos de San Julián nuevamente alimentaría la siniestra celebridad de este remoto puerto.
Floridablanca. Primera población de la Patagonia austral.
En 1776, Carlos III, rey de España, para hacer frente a las ambiciones portuguesas sobre el Río de La Plata, crea el Virreinato homónimo. Por entonces la Patagonia no jugaba un rol relevante para la metrópoli ya que no le proveía materia prima alguna , y su importancia geopolítica estaba eclipsada por conflictos muy urgentes que la Corona debía enfrentar en el convulsionado suelo sudamericano.
No obstante, España no desatendió su soberanía en territorio austral, así, a instancias del Primer Ministro español, José Moñina, Conde de Floridablanca se puso en marcha el llamado “Operativo Patagonia” que consistía en fortificar cuatro puertos de la vasta ribera patagónica .
Por entonces, barcos de diversas naciones merodeaban estas costas, pero principalmente los de bandera inglesa.
El proyecto fundacional tenía un doble propósito, por un lado la auto-sustentación de cada poblado y por otro, asegurar la empresa colonizadora creando fuertes vínculos de los pobladores con la tierra. Para ello en España se realizó la “Contrata” de labradores y artesanos, preferentemente con familia. “...se les darán allá habitaciones, útiles para labor y las tierras en propiedad, una o dos yuntas para su beneficio, semillas para sembrar y se les mantendrá un año contado desde que se pongan en los nuevos establecimientos a que les destine por aquél Virrey...”
Finalmente solo se establecieron poblados fortificados en el Río Negro y en San Julián.
Antonio de Viedma fue el encargado de organizar este último, y para ello reconoció la bahía en marzo de 1780. Entonces contó con la generosa colaboración de los caciques tehuelches Julián Grande y Julián Gordo, quienes lo guiaron hasta la cañada en la que había pozos con abundante agua (actualmente conocido como “Cañadón de la Compañía”).
Dado que los poblados tendrían un perfil eminentemente agrícola, Viedma propone al Virrey establecer allí el fuerte “Satisfecho pues de la buena calidad del suelo, de la bondad del clima, del temperamento á propósito para sementeras, pues en el otoño veíamos los días y noches muy templados, y solo se experimentaba fresco, no mucho, con los vientos del S ó SE, y asegurándome los pilotos ser bueno el puerto, decidí poderse establecer una población á cosa de una legua de la playa, por encima de á donde tenían los indios situadas sus tolderías...”
En noviembre de ese año se trasladan definitivamente a San Julián, y durante el ingreso a este puerto la fragata Nuestra Señora del Carmen naufraga: “cerca del placer (banco de limo) de Isla de Carretas, (actualmente “Banco Cormorán”) dejándose esta á la izquierda, entró en un caño, (canal estrecho) donde quedó varado. Bajando la marea a las 10 de la noche, dio un bandazo, con que rindió el palo mayor, y se partió el buque que inmediatamente se llenó de agua, y así lo abandonaron, poniéndose todos a salvo.” (Diario de Antonio de Viedma)
No obstante este mal comienzo, Viedma, con sentido práctico mandó utilizar la madera del navío para levantar las paredes del fuerte, lo cual se comenzó en enero de 1781.
El poblado contaba por entonces con unas doscientas personas, divididas en funcionarios reales, tropa, artesanos y labriegos.
Debe destacarse el alto grado de cooperación que siempre existió entre los españoles y los tehuelches, durante la existencia de la Nueva Colonia de Floridablanca. A diferencia de los muchos ejemplos vergonzosos de explotación e incluso exterminio de los nativos, en otros sitios donde hubo contacto, en San Julián la coexistencia fue pacífica, incluso los términos del intercambio de bienes y útiles siempre beneficiaron a ambas partes.
En abril nace una niña, ¡la primera nativa de San Julián!, se la bautiza con el nombre de Vicenta, pero en el mismo mes, la ominosa sombra de la adversidad se cierne sobre Floridablanca, ya que el día 27 cae una gran nevada y además fallece una pobladora y al día siguiente otra. Es solo el comienzo de una funesta sucesión de muertes que durante el primer año de funcionamiento alcanzó a 35 pobladores . En julio, Viedma anota lacónicamente: “siguieron las nieves, yelos y aguas. El 18 murió el poblador Miguel Rodríguez, y el 19 el peón Eduardo Orduña, y otro poblador, Batolomé Tamame...” han de haber sido días terriblemente amargos.
El virreinato se olvida del poblado patagónico y los barcos de reaprovisionamiento nunca llegan o tardan varios meses mas de lo prometido.
El siguiente año de 1782 sería mucho más promisorio. En Mayo se concluye la construcción de nueve casas de pobladores, por lo que las familias pueden abandonar el hacinado fuerte.
En la primavera el cañadón presenta un aspecto distinto ya que nacen las siembras, y si bien esto permite una mejora del estado sanitario de la población, esta aún depende de los suministros de Buenos Aires, pero la suerte del poblado está echada ya que el Virrey Vértiz considera su mantenimiento excesivamente costoso.
Enero de 1783, Viedma escribe: “este mes, por causa de no haber venido embarcación de Buenos Aires como nos debíamos prometer, pues nuestros víveres se debían suponer consumidos en todo el anterior Setiembre, y se nos debían enviar para subsistir desde Octubre, mandé á los indios se retirasen del establecimiento, haciéndoles ver que no tenía ya nada que poderles dar por entonces: y ellos lo egecutaron sin violencia ni disgusto, situándose á unas 6 leguas, desde donde de cuando en cuando nos socorrían con carne de guanaco.”
Febrero, los víveres, consistentes en grasa rancia, harina apolillada y arroz deben ser racionados. En marzo Viedma dispone que el capitán Iriarte vaya al Río Negro con la mayoría de los habitantes, quedando en compañía de 60 personas. En abril entrega el mando y se dirige a Montevideo.
Finalmente el 16 de enero de 1784 Vértiz ordena: “el fuerte quedará enteramente deshecho y reducido a cenizas para que nadie se aproveche de él...” Vértiz demuestra que el centralismo porteño tiene larga andadura.
A las doce de la noche las robustas maderas del fuerte y todo aquello que pudiera ser presa del fuego ardieron en una hoguera dantesca, así se ponía fin a uno de los más serios y esforzados intentos de poblar la Patagonia austral. Estas tierras esperarían cien años la llegada de nuevos colonos, pero esa es otra historia.