El santuario de aves de Caulín hace honor a su nombre al mostrar una gran diversidad de aves y fauna regional que convive con la pequeña comunidad costera.
La bahía de Caulín se encuentra entre el puerto de Chacao y la ciudad de Ancud, sobre la costa este de la isla de Chiloé. Su hermosa playa, al bajar la marea, ofrece un reparo ideal para las aves migratorias que la eligen como hábitat estacional. Una maravillosa población de flamencos, cisnes de cuello negro, garzas y gaviotas se destaca entre la gran variedad de aves y se puede observar fácilmente en este singular lugar que, por esta razón, convoca a numerosos turistas durante todo el año.
Sabia armonía
En las distintas estaciones del año, Caulín es un magnífico escenario natural que convoca más de 60 especies marinas. En verano, los cisnes de cuello negro llegan a los 1.500 ejemplares, mientras que en otoño e invierno cerca de mil flamencos rosados visitan la bahía.
Además, se pueden apreciar zarapitos (aves pequeñas de la familia de las Scolopacidae), ralladores (o rayador, aves que pescan volando, de la familia de las Rynchopinae), varias clases de patos, garzas y gaviotas que revolotean continuamente por la bahía. Acostumbrados a su colorida presencia, los lugareños del tranquilo poblado de Caulín han sabido desarrollar su actividad de agricultura y pesca aprovechando los recursos naturales y estableciendo una interrelación directa con su entorno. En parte por ello, Caulín fue nombrado Santuario de las Aves, un orgullo para sus habitantes, lo cual expresan todos los años con una fiesta en el mes de enero. Asimismo, los pobladores se preocuparon por rescatar las tradiciones culturales de sus antepasados huiliches que también dan a conocer a los visitantes a través de las artesanías representativas y de las fiestas regionales como “la mariscada”. Este evento se realiza cuando el mar retrocede casi un kilómetro y deja la playa sembrada de crustáceos que los pobladores recogen para producir sus platos típicos, como el curanto. Es así como, entre las costumbres y sus paisajes, Caulín demuestra cómo el hombre puede establecer una fructífera convivencia con la avifauna y los demás animales autóctonos. fuente: www.chiloe.cl