En la planicie se yergue una roca sobre la cual indígenas que vivieron en la zona hace cientos de años dejaron sus dibujos impresos en color rojo.
Si alguien nos hace saber que en el paraje por el que transitamos existen pinturas rupestres, vienen a la mente varias preguntas: ¿cuánto hace que están allí?, ¿cómo no se borraron?, ¿serán auténticas?, ¿qué hay que saber para descifrar su significado? Habíamos entablado conversación con Cristian Solís, guía de
trekking nacido en el lugar, y el tema nos interesó. Luego vino la invitación formal a acompañarlo hasta esas paredes de piedra donde hay algunas formas bien definidas y otras que están siendo estudiadas por los expertos en el tema. La curiosidad nos hizo aceptar y salimos tomando el camino hacia la frontera con la República Argentina, paso Las Pampas. Al llegar al hito que marca el limite internacional, nos desviamos hacia la derecha por un camino vecinal. Momento ideal para la charla y para enterarnos de que algunas de las primeras familias que se establecieron en la zona provenían de la Argentina. Cristian lleva el apellido de las primeros colonizadores y ha caminado la zona desde muy chico.
Un hallazgo casual
Nos contó que años atrás pasó infinidad de veces por el lugar y veía desde lejos unas manchas rojizas que siempre le llamaron la atención. Hasta que en una ocasión, acompañado por sus amigos, llegaron todos hasta ese lugar y quedaron extasiados por lo que habían descubierto. Ya habíamos caminado casi 3 kilómetros cuando vimos de frente el gran paredón de piedra blanca donde se encontraban las pinturas rupestres.
Un refugio en la barda
Al acercarnos, distinguimos figuras de manos de tamaño natural con sus dedos un poco más chicos que los nuestros. A su vez, vimos una sucesión de trazos lineales de forma casi paralela, 76 en total. Cristian continuó contando que el hallazgo dio lugar a que llegaran a Lago Verde arqueólogos especialistas en el tema, quienes confirmaron la autenticidad de las pinturas rupestres. Lo extraño es que este tipo de hallazgos se hace generalmente dentro de cavernas o cuevas y, en este caso, las pinturas están bastante expuestas a la erosión del viento. Su ubicación es más bien alta, por encima de nuestras cabezas.
Se atribuyen a etnias desconocidas, comunidades que habrían dominado esta zona, ya que se tenía visión muy amplia desde ese punto. Quizá cazadores que se trasladaban de un lugar a otro buscando sus presas. Posteriormente, los indios tehuelches ocuparon el lugar. Pruebas de carbono-14 estiman que las pinturas tienen 9.000 años Cal. AP; se asemejan a otras encontradas en
Puerto Ibáñez, al sur de Chile. Repuestos del asombro, desde ese mismo sitio pudimos contemplar el lago Verde, en el sector de la herradura, con su color turquesa habitual.
Ya de regreso, Cristian nos ofreció un libro especializado en pinturas rupestres donde se da cuenta del hallazgo de estas marcas realizadas hace cientos de años por seres a quienes solo conocemos por los vestigios que han dejado de su paso por el lugar. Siempre que salimos de vacaciones, además de conocer nuevos destinos, aprendemos algo interesante.