Puerto Ramírez, situada a 42 kilómetros de Alto Palena, es una pequeña población de 40 habitantes permanentes con una infraestructura turística interesante, especialmente en cuanto a la pesca deportiva. Son varias las actividades que pueden elegirse para pasar un día auténticamente cordillerano. Mientras parte de la familia eligió salir a pescar embarcada en una lancha, otros decidimos encarar dos de las muchas caminatas de montaña que se pueden realizar en este destino. La mañana se había presentado ideal, con una leve bruma frente al puerto. Allí se encuentran el camino que lleva hacia Futaleufú y hacia la Carretera Austral. Después del desayuno, llegaron Baltasar y José a buscarnos como habíamos arreglado la noche anterior.
Emprendiendo el camino
Era bastante lo que había que andar y trepar, pero lo bueno estaba al final. Conoceríamos un mirador natural y una cascada que llaman El Salto. Finalmente, todos estábamos listos para el ascenso. Sólo agua para beber, lentes de sol y la cámara fotográfica en la campera para disfrutar de lo que habríamos de conocer. Encaramos el primer tramo de la trepada por detrás de la casa de José. Allí estaban sus animales domésticos y unos chanchitos recién nacidos, y José saludó uno por uno por sus nombres. En una primera etapa hacia el mirador, fuimos por un sendero sombrío con árboles frutales, algunos matorrales y muchas piedras chicas que sorteamos sin inconvenientes. Debajo, el río se hacía escuchar con una gran fuerza, pero fuera de nuestra vista. Una interesantísima charla con los anfitriones nos hizo conocer algunos aspectos de la vida en la zona. Esta población con pocos habitantes recibe mucho turismo interesado en la excelente pesca de la zona, que se complementa con
trekking y cabalgatas. Como era de esperarse, en el siguiente trecho el terreno se presentó un poco más agreste y tuvimos que tomar una caña seca para utilizarla como bastón y afirmar bien cada paso para no desaprovechar el impulso. En un claro del bosque, hicimos un alto para reunir nuevas fuerzas y sacar algunas fotos, ya que se veía más claramente un río. Baltasar y José anticiparon que sólo faltaban unos pocos metros y así fue.
Mirada en 360 grados
Llegamos a lo más alto, hasta una gran piedra, y todos quedamos extasiados por lo que veíamos. Pudimos apreciar Puerto Ramírez, allá abajo, chiquitito, como un triángulo en medio de altas montañas y serpenteantes ríos. Más lejos, el río Futaleufú, con mucha espuma blanca y el Enredaderas aportando sus aguas al lago Yelcho. El lago es de origen glacial y de un verde esmeralda que impacta, haya o no sol. Hubiéramos deseado quedarnos por más tiempo. El descenso lo realizamos por el mismo sendero, sin apuro. Otra vez pasamos por el corral de don José y sus animales domésticos. Pero eso no era todo. La promesa había sido subir hasta la cascada El Salto y luego de unos oportunos mates amargos cebados con paciencia y respeto por ese ritual, salimos hacia ella. El primer tramo lo hicimos en auto hasta llegar a un puente de madera, blanquísimo y hecho por las manos de Baltasar y su familia. Traspasarlo fue algo diferente, ya que cuelga sobre el río Malito. Una vez del otro lado del río, caminamos sobre la playa de piedras de gran tamaño hasta internarnos por un bosque casi impenetrable por donde los animales y el hombre fueron abriendo senderos cuesta arriba. Sólo cuando ya estábamos cerca de la cascada comenzamos a escuchar su fuerza, su sonido intenso en medio de una vegetación apretada que no permitió visualizarla hasta tenerla frente a nosotros.
Cascadas para el asombro
Ahora sí estábamos frente a El Salto con sus tres grandes caídas principales que van pegando sobre seis rocas enormes en su largo trayecto. En la parte más alta descubrimos un sinfín de rocas más pequeñas sobre las que golpeaba fuerte o simplemente se deslizaba. El ruido era ensordecedor y debíamos hablar fuerte para poder escucharnos. El pozón donde cae finalmente ese enorme volumen de agua queda encerrado entre enormes rocas y vegetación. Una bruma y lluvia constantes nos envolvieron haciéndonos olvidar el esfuerzo realizado durante toda la mañana. Agradecimos la sugerencia que Baltasar había hecho la noche anterior.