No hay duda: si el hombre quiere, puede. Y la idea de este grupo de “locos lindos” se hizo realidad: si hay que ver ballenas, lo mejor es mirarlas desde abajo…
El submarino podía ser rojo, verde o azul, pero fue la famosa canción de los Beatles la que unió este particular medio de transporte con un color primario, el amarillo, y el juego de palabras resultó perfecto.
En el pueblo en donde nací Vivió un hombre que navegó los mares Y nos contó sobre su vida En la tierra de los submarinos…Observar ballenas es una experiencia única que desde hace miles de años viene desvelando a los hombres. Que estos colosos del mar se acerquen al hombre para jugar junto a él, para mostrarle piruetas, para curiosear es algo que se puede apreciar en
Puerto Pirámides, ciudad emblema de los avistajes patagónicos. Desde hace poco, Southern Spirit ofrece una salida diaria a bordo del semisumergible Yellow Submarine, desde el cual se puede ver las ballenas francas australes en su propio mundo.
Así que salimos navegando hacia el sol Hasta que encontramos el mar de lo verde Y vivimos debajo de las olas En nuestro submarino amarillo Observarlas bajo el agua resulta una experiencia única, es casi como si estuviéramos buceando junto a ellas.
Al igual que con el resto de los avistajes que ya son parte de estos mares, las embarcaciones se acercan con cautela sin alterar la rutina diaria de estos enormes mamíferos que llegan a pesar varias toneladas y deleitan al visitante con su belleza. Con el motor detenido y a la espera de que se acerquen, las ballenas u otras especies marinas disfrutan de curiosear a los turistas que se reparten a lo largo del buque, algunos debajo de la línea de flotación observando todo desde las pequeñas cuarenta ventanas, otros en la cubierta del “submarino amarillo”, apreciando todo como en un avistaje tradicional.
Todos nosotros vivimos en un submarino amarillo, Submarino amarillo, submarino amarillo Todos nosotros vivimos en un submarino amarillo, Submarino amarillo, submarino amarillo Construido y diseñado especialmente para este fin, el astillero naval marplatense Federico Contessi fue el encargado no solo de construirlo sino de trasladarlo desde la ciudad feliz por tierra hasta la pequeña Puerto Pirámides. Botarlo, es decir sumergirlo, no fue nada fácil. Hubo que construir un pequeño puerto embarcadero para que el amarillo pudiera cargar su tripulación, hacerse a la mar y, por supuesto, mirar lo que ocurre debajo del agua. Ya dentro del Yellow Submarine, los pasajeros pueden circular libremente (subir y bajar cuantas veces quieran) y observar las ballenas en superficie o desde la cabina submarina para verlas como si estuviera buceando junto a ellas. Algo que antes era imposible.
Y nuestros amigos están todos a bordo… Así termina la famosa canción y tiene razón. Más que pasajeros o turistas, esta experiencia se encarga de generar amigos para siempre. Luego de vivir esto es imposible olvidar las imágenes por el resto de nuestras vidas.