Está solo 35 kilómetros al sur de Santa Rosa y es la única reserva natural del mundo del caldén, árbol característico de La Pampa. Es la reserva de flora y fauna más grande de la provincia. Allí está el casco de la estancia San Huberto, propiedad de Pedro Luro, declarado Monumento Histórico Nacional. Hay senderos de trekking autoguiados, un centro de interpretación y se puede avistar aves y ciervos en brama en la época de celo.
Apenas 35 kilómetros al sur de la
capital provincial está situada esta reserva, un paraíso de flora y fauna. Ubicado en el valle de Quehué, el predio está constituido por 7.600 hectáreas cercadas, de las cuales 1.200 corresponden al área turística. Es la única reserva natural en el mundo de caldén, el árbol característico de la provincia. El lugar está completamente cercado por un tejido de 2,5 metros de altura y fue propiedad de Pedro Olegario Luro, hijo del pionero Pedro Luro, quien lo compró a principios del siglo pasado con el propósito de hacer un coto de caza cerrado como los que conocía de Europa. Es un lugar donde la naturaleza se brinda para ser apreciada, escuchada y vivida. Tiene tres senderos de interpretación autoguiados que permiten conocer la flora autóctona y ver a los animales en su hábitat.
Al acceder a la reserva, nos aconsejaron dirigirnos al Centro de Interpretación. Para las visitas guiadas hay que reservar turnos. Entre marzo y abril durante 45 días los visitantes pueden hacer avistaje de ciervos en brama. Es cuando los ciervos se movilizan hacia donde están las hembras para aparearse. En este ritual, los machos luchan con sus rivales para conseguir su harén. Por otra parte, también puede hacerse avistaje de aves con guías de campo durante todo el año, con reserva previa.
Además de la flora y la fauna que pueden verse en el monte, la reserva tiene otros dos ambientes naturales muy bien definidos: la laguna (que se atraviesa en auto al ir por la ruta nacional 35) y el médano, con variada y riquísima flora y avifauna. Además de todo esto, tuvimos la posibilidad de ver el castillo que fuera el casco de la estancia San Huberto, propiedad de Pedro Luro. Fue terminado en el año 1910 y es una espléndida residencia al estilo de los castillos centroeuropeos, donde Luro recibía a sus huéspedes más importantes que llegaban al país atraídos por la caza. Fue declarado Monumento Histórico Nacional y visitarlo, con su colección de carruajes y el imponente edificio francés, permite revivir tiempos de esplendor ya pasados. Hay disponibilidad de alojamiento en cabañas equipadas y se puede acampar.