El tono rojizo de los bosques de lengas, los valles transversales y los infinitos lagos son el escenario ideal para unas caminatas intensas mientras se aprecia la singular simbiosis entre medioambiente de agua dulce y marino.
Para los amantes de los deportes extremos, llegar a
Tolhuin y explorar espacios naturales por senderos poco frecuentados es sinónimo de aventura asegurada. La cordillera de los Andes se desliza de oeste a este y cae al mar dividiendo la isla en dos zonas bien diferentes que le otorgan carácter al paisaje fueguino. Desde la ciudad de Río Grande hasta Ushuaia pasando por Tolhuin, la ruta nacional 3 desciende desde la zona de estepa, última reserva ona, hasta la montaña y atraviesa la cordillera de norte a sur. Tolhuin es zona de transición y aporta varios espejos de agua como los lagos Yehuin, Fagnano y Chepelmuth, todos aptos para la pesca de truchas y con montañas bajas y boscosas. Pueden visitarse las áreas protegidas de la reserva provincial Laguna Negra, con sendas pedestres que llevan a un mirador de la Península del Viento y la reserva provincial Corazón de la Isla.
Varios miradores pueden alcanzarse con breves caminatas de distinta intensidad y extensión en los cerros Jeujepén y Shenolsh. Solo hay que charlar unos minutos con algún lugareño para que nos oriente para llegar a esos puntos mágicos. Si nos encaminamos hacia el oeste, hacia la cordillera, se encuentra el parque nacional Tierra del Fuego, donde la naturaleza aún se preserva virgen. Su única población estable está constituida por castores, esos pequeños mamíferos que llegaron desde Canadá hace 50 años y que construyen embalses, producen modificaciones de los niveles de agua y alteran el ecosistema. Una opción interesante es seguir por la ruta nacional 3 hacia el sur e ir conociendo otros circuitos de
trekking. El área del lago Escondido cuenta con senderos magníficos y el paso Garibaldi, punto más elevado del camino, muestra el espejo de agua en toda su magnitud. Luego, la cordillera desciende y la ruta va ingresando a bosques muy densos y valles glaciarios con turbales, un terreno esponjoso y húmedo que deriva en turba.
Cuando aún restan 20 kilómetros para ingresar a la ciudad de Ushuaia, aparece el valle de Tierra Mayor, donde las posibilidades de aventura son tantas que es necesario quedarse a pernoctar y elegir. Allí los verdaderos montañistas eligen el cerro Alvear por sus tres glaciares y rutas de ascenso de distinta dificultad, que requieren de una experiencia mínima en este deporte. Los refugios de montaña Haruween, Solar del Bosque y Nunatak ofrecen actividad tanto en pleno invierno como en verano. Caminatas de unas pocas horas o de día completo permiten ganar altura y apreciar las nacientes de los ríos y las vistas panorámicas de valles y montañas. Hacia el sur se encuentra el valle de la laguna Esmeralda y la visión de los cerros Bonete, Alvear, Domo Blanco y Rino. Para aquellos que deseen acampar y escalar hielo, y cuenten con el equipo necesario, se puede llegar al glaciar Ojo El Albino. Luego, cuando el cansancio da paso al descanso, largas charlas acerca de lo vivido complementan la experiencia. El color de los árboles, el perfume del ambiente y los sonidos de la naturaleza cobran vida y quedan dentro de uno para siempre. El hombre en su paso fugaz por la zona solo debe encargarse de preservarlos.