La estancia recibe a sus huéspedes mientras continúa su trabajo diario de cría de ganado ovino y equino, con lo que la estadía tiene un verdadero espíritu de campo.
El sur argentino tiene un encanto especial en hermosos parajes a los que se accede luego de largos trayectos por caminos inhóspitos. Qué mejor, entonces, que hacer un alto en un lugar donde se percibe la vida diaria de un establecimiento de campo patagónico. La estancia Telken, cercana a
Perito Moreno, nos recibió en nuestro viaje hacia la Cueva de las Manos. Llegamos en nuestro auto por la ruta nacional 40 y ya desde lejos observamos esa hermosa casa de madera, cuya chimenea anunciaba el clásico fuego prendido en el
living. Al llegar fuimos amablemente atendidos, dejamos nuestro equipaje de mano y nos invitaron a emprender una caminata por la estancia. Salimos al jardín y admiramos sus viejos árboles y flores, en especial los chochos o lupinos, clásico arbusto de coloridas flores de la zona. Mientras varios perros daban vuelta alrededor nuestro, nos llevaron a conocer los alrededores, los galpones de las ovejas y las caballerizas. Concretamos una corta cabalgata por las cercanías para tomar contacto con cañadones de piedra, pequeños arroyos y concluir con una merienda al aire libre. Fue una excelente ocasión para una charla distendida acerca de la actividad de la estancia. Nuestra estadía estaba programada por el día únicamente. Si nos hubiéramos quedado más tiempo, las posibilidades de paseos eran emprender una cabalgata hacia la meseta basáltica del lago Buenos Aires y una trepada hasta la Cueva de las Manos tomando un atajo a Los Toldos y bordeando el río Pinturas. Allí, en una experiencia única, se observa arte rupestre de más de 9.000 años de antigüedad y se comprende la presencia del hombre y su forma rudimentaria de vida.
De regreso del paseo matutino, nos esperaba un agradable perfume a comida casera recién elaborada y la sensación de llegar a casa y que nos estén esperando para ponernos cómodos y comer. En la conversación con los dueños de casa, supimos que la estancia abrió sus puertas en 1915 y que durante tres generaciones se dedicaron a criar ganado ovino y equino. Desde hace ya muchos años se dedican a recibir visitantes que viajan por la Patagonia en todas direcciones. Las habitaciones originales se ubican en la casa principal de la estancia, cuya estructura marca la tendencia arquitectónica de las casas de campo sureñas. Las comidas suelen hacerse en el comedor principal y se comparten con los dueños de casa y otros visitantes, lo cual hace de ese momento algo muy agradable, para no olvidar. Por la calidez de la gente, por el servicio esmerado y por ese horizonte infinito que se descubre detrás de cada ventana de la casa, la estancia Telken ganó en el año 1995 el premio "Estancia de las mil estrellas".