Un verdadero libro abierto
El Parque Nacional Alerce Andino es un verdadero patrimonio natural que tiene la humanidad. Ocupa una extensión de 40 mil hectáreas, dentro de las cuales alrededor de 20 mil corresponden a bosques de alerces que se encuentran en las zonas montañosas correspondientes a la región de Los Lagos. Se dice popularmente del alerce que es un árbol que siempre está verde. Su corteza es de color castaño, su madera rojiza, blanda, liviana e impermeable, por lo que nunca se pudre. Antiguamente se lo utilizaba para la construcción de viviendas, barcos de ultramar e incluso de aviones. Basta con observar los frentes de las casas del sur de Chile, para darnos cuenta de que sus paredes y techos están revestidos de unas pequeñas tejuelas, todas del mismo tamaño, hechas con alerce y conocidas como tejuelas de alerce. Si bien resultan vistosas, hoy son una clara muestra de los daños irrecuperables que el hombre ha causado a la naturaleza.
El alerce sólo crece un centímetro cada quince años y sin embargo, estos árboles llegan a superar los cincuenta metros de altura y a vivir más de 4000 años. Por algo se los llama “libros abiertos”, ya que sus grandísimas vetas posibilitan a los científicos leer los cambios climáticos y geológicos que se han producido durante los últimos miles de años. Sin embargo, y aunque resulte paradójico, su madera todavía continúa siendo utilizada por la industria maderera, a pesar de que el alerce sea considerado por todos como el “venerable anciano” de los bosques sureños. Y de las 260 mil hectáreas de bosques de alerce que quedan, sólo 42 mil hectáreas se hallan protegidas por el Estado Chileno.
Reconstruyendo el clima del pasado
Gracias al alerce, el científico chileno Antonio Lara fue capaz de reconstruir cómo ha sido el clima durante los últimos 3620 años en esta parte del continente. Esto, pese a que no existen estaciones meteorológicas que tengan más de un siglo de antigüedad. Lo que sucede es que, debido a su longevidad, el alerce es considerado vital para comprender procesos como los cambios climáticos e incluso el calentamiento global que afecta al planeta, y recién hoy ha comenzado a formar parte de las políticas públicas de los Estados Nación y de las miles de asociaciones ecologistas distribuidas por todo el mundo. Y ha sido tan importante esta investigación, que el trabajo del científico fue publicado por la revista “Science” donde se hace referencia al alerce como un libro abierto, y que –según el experto- “la historia ambiental de este planeta está escrita en todos sus anillos. Es como un rompecabezas que se construye a partir de árboles vivos y muertos”. Al igual que el resto de los árboles, los alerces todos los años forman una nueva capa de madera bajo la corteza (que se conoce como anillos), las que permiten saber si en el pasado hizo frío o calor, hubo lluvia o grandes sequías. Por todo esto, su desaparición privaría a la humanidad de una información única para establecer cómo ha cambiado y cómo cambia el clima del mundo. Sus anillos, de más está decirlo, son los más viejos de todos.
Caminar los senderos
Además de la tupida vegetación del lugar, lagunas y lagos se esconden entre las montañas y los bosques. Por eso, llegar a estos sitios a través de los innumerables senderos que recorren la totalidad del parque se vuelve una de sus mayores atracciones. La posibilidad de poder avistar fauna autóctona típica del sur de Chile es otra de las máximas a las que aspiran los visitantes que lo recorren. Pudú o venado chileno, pumas, güiñas, zorros, vizcachas y monitos del monte son algunos de los mamíferos que suelen cruzarse ante los turistas durante las caminatas. Entre las aves, se destacan el cóndor, el carpintero negro, el huet-huet, el martín pescador, el peuco, el pato real, el caiquén y la paloma torcaza. Al igual que en toda la región de Los Lagos, entre los peces, se encuentran la perca, la peladilla y las truchas arcoiris y marrón. Las caminatas y la navegación son las dos grandes actividades que se desarrollan dentro del parque, lo que por supuesto permite explorar flora y fauna en un estado de naturaleza plena. Quizás por ello, este paseo es elegido por aquellos que gustan de disfrutar el relax acercándose a lugares de gran belleza y totalmente limpios de la presencia del hombre, lo que significa que la contaminación no existe o que es prácticamente nula. Húmedo como ninguno, con colores y olores especiales, sus bosques vírgenes, sus altas montañas y la navegación en canoas por alguna de sus innumerables lagunas, este sitio permite a los visitantes adentrarse en el corazón del Parque Nacional que esconde en su interior al milenario alerce, el verdadero señor de los anillos.