El generoso mar chileno pone a disposición de nuestras mesas gran variedad de tentadores productos que son la base de tradicionales y exquisitos platos combinados.
La caleta de Angelmó en la ciudad de Puerto Montt es un espacio donde todo tiene sabor y aroma a pescados: desde sus coloridas barcas que diariamente salen al mar, su mercado hasta las más apreciadas casas de comida. Dedicamos el mediodía a recorrer primero la feria y sus alrededores, para luego elegir el lugar donde almorzaríamos. En un espacio bullicioso con las clásicas mesadas de mármol cubiertas de hielo, observamos los distintos tipos de pescados e infinidad de mariscos, muchos de ellos desconocidos para nosotros. Hicimos algunas preguntas acerca del lugar donde las redes marineras encuentran salmones, congrios, ostras,mejillones, ostiones, picorocos y demás variedades, como también su forma de cocinarlos y recetas. Por detrás del local, se encuentra el aparcadero de las lanchas pesqueras y de las de locomoción colectiva que llevan a la isla Tenglo y a otras más lejanas. Es un clásico rincón de pescadores donde durante algunas horas del día la marea deposita las barcazas en la arena.
Notamos que se podía comer allí mismo en las clásicas cocinerías, pequeños y sencillos comedores donde se cocinan los mismos productos que allí se exponen. Otra opción es acercarse a los palafitos que funcionan a un costado del mercado y que en su primer piso ofrece varios restaurantes familiares con vista a la bahía y al volcán Calbuco. Son atendidos por mujeres, cada uno de ellos lleva el nombre de su cocinera y hay especialidades como curantos a olla o pulmay, chupes o sopas marineras.
Vamos Pa´mar adentro
Optamos por un restaurante ubicado a pocos metros del mercado, del cual habíamos recibido buenas referencias. Sus amplios salones con un ambiente muy agradable nos parecieron muy adecuados para compartir el almuerzo y disfrutar de su amplia carta de platos de mar. Consultamos acerca de algunas preparaciones y recibimos sugerencias del mozo, quien se mostró atento a nuestras dudas. Esperamos los platos saboreando un pan casero, sopaipillas y pebre chileno junto el buen vino blanco elegido. Primero llegó el aroma y a continuación la distribución de los platos en nuestra extensa mesa. Asombrados por el festival de mariscos que estábamos observando, fuimos reconociendo camarones, locos, choritos, machas y ostiones. A la plancha, fritos o en distintas preparaciones, los pescados elegidos como el salmón y la merluza resultaron exquisitos y con guarniciones generosas y bien presentadas. El almuerzo se extendió más de lo previsto, ya que nos sentimos muy cómodos y nos dejamos seducir por un rico postre para coronar los manjares de mar. De paso por Puerto Montt, se hace imprescindible conocer su cocina marinera, en cualquiera de todas sus opciones, ya que forma parte de la tradición de la zona.