Ubicado a 22 kilómetros de Trevelín, sobre la ruta 259 y enmarcado por el Valle Hermoso y el cerro Gorsedd, podemos encontrar un museo ideal para quienes visitan la ciudad por primera vez.
Este museo tiene mucho para enseñar al visitante. Está constituido por una réplica de los antiguos molinos familiares y semi industriales que abundaron en la región entre fines del siglo XIX y hasta casi mediados del XX. Fue construido en forma artesanal por los primeros pobladores de
Trevelin y su objetivo era servir en la elaboración de harina integral para abastecer el consumo de varias familias, con técnicas de más de 2.000 años de antigüedad. En el interior aparecen diversos elementos de uso diario en los hogares galeses: instrumentos musicales, una vitrola, máquinas de coser, maquinaria agrícola de la época y carruajes. Es el testimonio de la historia de los primeros colonos galeses que llegaron a fines del siglo XIX y dieron nombre y vida a esta pequeña población, que cada día gana visitantes llegados de todas partes del mundo. La laboriosidad de los colonos convirtió la tierra seca de Chubut en una próspera zona triguera gracias a los numerosos canales de riego que construyeron. Así, llegaron a producir trigo de prestigiosa calidad y obtuvieron premios internacionales en las ciudades de París (Francia) y Chicago (Estados Unidos). Sin embargo, una lamentable decisión política estableció en 1949 como “zona no triguera” la comprendida al sur del río Colorado. Esto provocó la decadencia de los molinos harineros y la agricultura, obligando a los habitantes a volcarse a la actividad ganadera y, hoy, al turismo. El museo deja una ventana abierta al pasado de lo que fueron aquellos años de harina y trigo.