Un desafío para todos los que practican buceo es sumergirse en las aguas del Beagle. Te presentamos algunas opciones para explorar el fondo marino subantártico.
En
esta singular ciudad, cualquier actividad de aventura o deporte que se realice adquiere una particular relevancia. De estas, una de las más atractivas y desafiantes es la práctica del buceo, no sólo por las condiciones naturales que caracterizan estas latitudes, sino también por los fascinantes lugares que pueden descubrirse bajo sus frías aguas australes. En principio, para bucear en Ushuaia es imprescindible contactarse con los instructores locales que, además de brindar toda la técnica necesaria, conocen los lugares habilitados para este tipo de inmersión. Nos contactamos con Carlos Giuggia, que desde 1989 brinda cursos de buceo e integra la AFASyN (Asociación Fueguina de Actividades Subacuáticas y Naúticas). Carlos nos aclara que, además de manejar técnicas básicas de buceo, es necesario familiarizarse con el uso del traje seco, apropiado para el promedio de temperatura de las aguas, de 8º a 10º C grados en verano y 2º a 4º C en invierno. Con el equipo adecuado, se puede bajar en cualquier época del año, teniendo en cuenta que en invierno la visibilidad alcanza los 20 metros mientras que en verano sólo llega a los 7 metros por la cantidad de plancton que se encuentra en el mar.
Los mejores lugares
Para tener una primera experiencia en estas aguas, se realizan salidas cerca de la costa, en las que se aprecian afloramientos de roca, fantásticos bosques de algas, muchos cangrejos, vistosas estrellas de mar y las preciadas centollas. Como punto de partida es recomendable comenzar en bahía Ensenada. Se sale por tierra y se ingresa al parque nacional Tierra del Fuego hasta llegar a esta costa justo frente a la isla Redonda. Las aguas calmas y la fácil accesibilidad desde la playa que gana profundidad gradualmente permiten probar el traje y ejercitar la flotabilidad. Cuando ya dominamos el equipo, desde este punto se puede cruzar en lancha a la isla Redonda, que ofrece hondos paredones de 27 metros rodeados de un tupido bosque de algas, donde habita la fauna característica del Beagle y que a menudo es frecuentado por lobos marinos. De la misma bahía se llega a la isla Estorbo, que ofrece fondos de descenso progresivo con poca pendiente, frondosas algas y pequeños peces. Otra bahía cercana al área protegida es Puerto Cucharita, a la que se accede por Ensenada después de navegar 20 minutos. En este paisaje submarino con mesetas cubiertas de algas se bucea como en túneles y se descubre una gran cantidad de estrellas, cangrejos, peces y anémonas. Se puede alcanzar los 35 metros de profundidad. Las salidas a estancia Túnel, isla de los Lobos, las Bridges y la Iturrieta o isla Hache, ideal para el buceo nocturno, también son interesantes opciones para explorar el interior del Beagle.
Palabras mayores
Pero más allá del fascinante paisaje natural que ofrece el vasto mar austral, lo que atrae a los buceadores son los numerosos naufragios, una opción sólo para los más avanzados porque hay que estar preparados para enfrentar condiciones adversas. No obstante, aunque la mayoría son imposibles, algunos resultan más accesibles para bucear y, si el clima es favorable, la experiencia es inigualable. Uno de los más conocidos es el viejo vapor Sarmiento, hundido parcialmente en la parte oriental del canal. Como está en las afueras de la ciudad, hay que salir temprano pero bien vale la pena el esfuerzo. Se bucea desde la playa y sus restos están tapizados de esponjas, ascidias y algas; además, cobija algunos peces y centollas. Ahora bien, la joyita es sin dudas el Monte Cervantes. Si la corriente está calma y limpia, se puede recorrer la superestructura de este impresionante crucero de 160 metros de eslora que naufragó en 1930 cerca del faro Les Eclaireurs. En el año 1953 se intentó liberarlo y remolcarlo hasta la costa de Ushuaia, para ello se lo dividió en dos partes pero las maniobras no fueron exitosas y terminó por perderse definitivamente en el abismo azul. Los buzos locales lograron hallar la cubierta, cabinas, mástiles y parte de la obra muerta que quedó varada entre los 35 y 45 metros. En la actualidad el sector es visitado por expertos, ya que las corrientes y los vientos son fuertes y variables, sin reparos cercanos para protegerse de los cambios. El casco duerme a los 110 metros, fuera del alcance del buceo deportivo.