El sobrevuelo abraza la bahía permite contemplar la cordillera de los Andes desde su cumbre y describe la grandeza del canal de Beagle y sus islas.
En la ciudad de Ushuaia la naturaleza esconde secretos tanto en tierra como desde el aire. Para descubrir estos últimos nada mejor que explorar lo desconocido en un tour privado junto a los pilotos expertos de Heliushuaia. La emoción comenzó en el mismo momento en que nos presentaron el helicóptero estacionado en el antiguo aeropuerto de la ciudad. Luego de una breve charla de seguridad, y cuando todo estuvo en orden, partimos para recorrer desde lo alto este lugar recóndito del planeta. El despegue fue ágil y enseguida nos dirigimos hacia la bahía, el puerto y la zona urbana de Ushuaia. Ganamos altura y tuvimos frente a nosotros el valle del río Olivia y el monte del mismo nombre y, más allá, la majestuosidad del monte Cinco Hermanos.
La sensación de estar suspendidos en el aire era muy placentera y los paisajes se agigantaban a cada paso. El vuelo era silencioso y aprendimos en unos instantes a dejarnos llevar por la ductilidad de sus maniobras rápidas. Los rincones desconocidos hasta ese momento fueron apareciendo uno a uno descriptos por el piloto. “Este helicóptero es ideal para los avistajes en esta zona. Es una ventana con vista panorámica hacia los cuatro puntos cardinales.” Los turbales milenarios del valle Carbajal primero y la presencia de la laguna Esmeralda después nos impactaron por su coloración intensa. La tonalidad de ese espejo de agua proviene de su origen: el imponente glaciar Ojo del Albino. Siguiendo el recorrido de la ruta 3 desde el aire, divisamos las pistas de esquí y sus distintos centros en el exclusivo Cerro Castor, el más austral del mundo y en un entorno privilegiado. Lo siguiente nos dejó sin aliento: atravesamos la cordillera de los Andes por el valle del río Encajonado y, en cercanías del canal de Beagle, aterrizamos en la cima del cerro Le Cloche de 1.300 metros de altura. Al pisar tierra firme, el frío era intenso y el silencio, sorprendente. A nuestros pies, la ciudad de Ushuaia se veía pequeña pero impactante. La montaña lució sus mejores colores y la diversidad geográfica nos dejó una huella visual difícil de describir. Unos pocos minutos fueron suficientes para sentir la pureza del aire de montaña y dejar que nos ingresara por cada poro del cuerpo. Nos satisfizo saber que el helicóptero no genera contaminación y por lo tanto preserva el medio ambiente. Subimos nuevamente a la aeronave y emprendimos el regreso a la querida Ushuaia. Dimos un último vistazo a valles, montañas y el inmenso canal de Beagle para recordar para siempre esa combinación de placer, asombro y aventura.