Anduvimos en trineos para nieve tirados por perros samoyedos. Disfrutamos esta experiencia ancestral en medio de un bosque de araucarias y ñires achaparrados.
Guillermo Luna tiene 23 años. Cuando niño, su padre le legó la pasión por la cría de perros para trineos, siendo sus favoritos los de raza samoyedo. Viviendo en Hurlingam, y con sólo siete años, se encargaba de organizar en su barrio distintas carreras de trineos con ruedas, tirados por perros samoyedos. Con el pasar de los años, el continuo interés por esta actividad ancestral lo llevó a especializarse, conformando el primer equipo argentino de trineo en tener samoyedos. “Son perros con orgullo” –nos explicó, mientras degustamos un exquisito chocolate caliente, escuchando su fantástica historia, en su actual casa en Moquehue, a quince kilómetros de
Villa Pehuenia.El despertar turístico del país y la posibilidad de desarrollar esta actividad con mayor asiduidad, lo llevó a que, junto con su madre y su novia, decidieran instalarse por estas latitudes patagónicas y de esta manera trabajar en lo que tanto le gusta, realizando excursiones con trineos para nieve. Enamorado de esta particular raza, nos explicó que su nombre proviene de las tribus samoyedas originarias del norte de Rusia y Siberia. “Eran utilizados para pastorear renos, de tiro en trineos y también de caza. Son amistosos, abiertos, siempre están alertas y tienen una fuerza increíble. Es un perro muy sociable y su instinto por cazar es muy leve, por lo que no se aconseja utilizarlo como perro de guardia.” –culminó su descripción e inmediatamente nos invitó a verlos. Salimos de la casa. Un ambiente albino y brillante nos hizo olvidar del frío, queriendo pasear en trineo y disfrutar de la experiencia. Gustavo comenzó a “vestir” a unos cuantos samoyedos. Mientras tanto, comencé a acariciarlos y a observar sus características. Son Spitz Árticos de tamaño mediano y de aspecto elegante. Dan la impresión de fortaleza, resistencia, flexibilidad, gracia, dignidad y confianza en sí mismos. Su expresión, comúnmente llamada “sonrisa de samoyedo” resulta de la combinación de la forma y posición de los ojos con la boca ligeramente curvada hacia arriba.
Una vez puestos los pretales y las cogoteras, aprendimos que al perro del frente se lo llama líder, y a los últimos se los denomina “troncos”, siendo éstos los que más fuerza hacen. Los paseos en trineo que organiza Gustavo, tienen la particularidad de enseñarles a las personas interesadas a manejar el trineo, quienes culminan guiando el deslizador. Aprendimos las voces de mando –Shi: derecha, Ja: izquierda, Osh: velocidad, Easy: despacio y, la más importante, Go: para arrancar– y casi sin darnos cuenta estábamos disfrutando el paseo en medio de un bosque de araucarias y de ñires achaparrados. Transitamos por gran parte del valle El Marcial, que se encuentra en la Corporación Interestadual Pulmarí. Sentir la potencia que poseen estos perros, el ímpetu y el compromiso que ponen para llevar el trineo adelante es una experiencia inolvidable. El samoyedo líder, quien comandaba al resto de los perros, prestaba suma atención a nuestra orden, guiándonos con éxito por el sendero que estábamos transitando. El bosque de araucarias colmadas de nieve Pronto me alejé de Gustavo y comencé a sentir únicamente el sonido que hacía el trineo al deslizarse por la nieve. Llegué hasta un morro donde decidí frenar para observar la hermosa panorámica del lago Moquehue. Los samoyedos aprovecharon el momento para descansar un instante, mientras Gustavo se acercaba corriendo. Decidimos continuar los dos la travesía en el trineo. Aprendí sobre la flora y la fauna del lugar y sobre la historia que encierra esta legendaria actividad. De regreso, los samoyedos parecieron darse cuenta de que nuestro paseo estaba culminando, ya que al unísono, entre aullidos y ladridos, parecían recobrar sus ancestrales fuerzas para llegar cuanto antes al punto de partida. Una vez en la casa de Gustavo, los perros fueron rápidamente recompensados por su labor, con un sabroso alimento balanceado y agua fresca de manantial. Mientras comían, nos despedimos de la familia que desde Hurlingam a Moquehue se encargó de difundir esta agradable actividad.