Hielo, blanco que enceguece y silencio. No parece haber signos de vida y, sin embargo... La Antártida es mucho más que una superficie de 14.677.000 kilómetros cuadrados situada alrededor del Polo, desde los 60º latitud Sur. A diferencia del Ártico, que es una capa de hielo flotante, la Antártida es tierra continental que preserva cerca del 90% de toda la reserva de agua dulce del mundo. Un grueso manto de hielo cubre más del 95% de su territorio, que alcanza la mayor altura de todos los continentes, con una elevación media de 2.300 metros. A diferencia de las 350 especies de plantas, sólo existe vida animal en torno al mar, donde las ballenas, focas y pingüinos, entre otras aves acuáticas, cumplen la mayor parte de su ciclo vital. Las rigurosas condiciones climáticas se caracterizan por temperaturas que pueden descender hasta los -40°C, aunque en verano, con buen tiempo, el promedio en la Península Antártica suele rondar los -7ºC. En invierno, cuando la noche parece eterna, el hielo marino acumulado en la periferia duplica el tamaño del continente. En cambio, en verano el sol siempre está visible. Así tiene lugar el fenómeno de la noche y el día polar. Los primeros exploradores llegaron a la Antártida recién en 1773, realizando verdaderas proezas para descubrir su impiadosa geografía. En la actualidad, el Tratado Antártico permite que países como Argentina, Australia, Chile, Francia, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Nueva Zelanda, Noruega, Bélgica, Japón, la ex Unión del África del Sur, la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y los Estados Unidos realicen actividades científicas y estudios técnicos en el suelo de la Antártida. Asimismo, cada año son más los turistas que visitan la Península, por ser la región con mayor riqueza y diversidad ecológica. Y, en verdad, vale la pena viajar miles de kilómetros por aire o por mar para admirar la belleza de este único rincón del planeta que permanece casi virgen.