Hasta allí, lo que nuestros ojos vieron. Pero lo esencial es lo que representa, tanto en lo religioso como en lo costumbrista. La catedral está dedicada a Nuestra Señora del Nahuel Huapi, que es la virgen patrona de Bariloche. Encontramos su imagen en el vitral de la parte alta del altar mayor, como así también en una escultura al ingresar al hall principal. Realizada con piedra, simboliza a la Virgen María con el niño Jesús en brazos y un niño aborigen parado a su lado. También la figura de Ceferino Namuncurá en madera tallada con poncho pampa y crucifijo en la mano nos acompañó en el ingreso principal. Otro detalle intercultural que asumen las autoridades de esta iglesia y sus fieles. Apreciamos que era parte de la historia de la evangelización del área y de la catedral misma. Nuestra Señora del Nahuel Huapi fue testigo de los primeros martirios, los laicos, poyas y los sacerdotes jesuitas. Notamos que las imágenes mantenían cierta vinculación con los nativos y con la cultura de la isla Chiloé en Chile. Valdría la pena investigarlo y entender algo más que lo que la información “in situ” nos ofrecía. Detalles destacados son sus coloridos vitraux, los altares laterales como el de Nuestra Señora de las Nieves protectora de los montañistas; su Via Crucis conformado por figuras ojivales hechas con arcilla. La catedral de Bariloche fue inaugurada en 1946 y su arquitecto fue el reconocido Alejandro Bustillo, que también proyectó otras obras como el Hotel Llao Llao y el Hotel Isla Victoria. Algo que nos hizo saber un feligrés mientras recorríamos el interior de la iglesia: “A Nuestra Señora del Nahuel Huapi le llaman la virgen peregrina. Eso se debe a que anualmente es llevada en una embarcación y visita poblaciones ribereñas del lago Nahuel Huapi”. Participamos de una misa católica muy particular, donde los cantos y la participación de los presentes nos hicieron sentir impactados por el lugar y la circunstancia. Cuando nos retirábamos era de noche y apreciamos la importante iluminación externa de la iglesia. Mientras subíamos las calles empinadas del centro, una luz color azul-celeste nos mostraba el camino desde la pizarra de sus negros techos.
Mónica Pons Eduardo Epifanio
Nuestra Señora del Nahuel Huapí,
Almirante O’Connor y Beschtedt