El recorrido conduce a sectores muy bellos de la Patagonia, donde la naturaleza se expresa en toda su magnitud.
El cerro Tronador, junto a sus magníficos glaciares milenarios, es uno de los atractivos turísticos más tradicionales y emblemáticos de la ciudad de San Carlos de Bariloche. Con esta certeza nos dispusimos a recorrerlo. Una linda mañana con sol, nos levantamos decididos a disfrutar de esta bella excursión. Omar, el chofer del micro que nos conduciría hasta el lugar, nos recibió con gran amabilidad y nos aclaró que tanto él como su compañera de trabajo, Ayelén, sentían un enorme placer en recibirnos. De hecho, Ayelén ocupó uno de los primeros asientos cargada de fotos, láminas y mucho material de consultas para compartir con los turistas. El viaje se inició y recorrimos 36 kilómetros en dirección al suroeste. Luego, nos adentramos en un camino de montaña, de ripio, y nos detuvimos en varias oportunidades para contemplar y disfrutar de la naturaleza.
Camino a la cordillera quedamos impresionados al ver el cambio de colores que sufren en cada tramo los ríos y los lagos, entre ellos, el lago Gutiérrez. También pudimos apreciar la belleza del cerro Catedral y las villas residenciales de la región. Los ambientes naturales cambian notablemente. Por un lado, se puede observar la seca vegetación arbustiva de la estepa y, por el otro, se encuentra la selva húmeda valdiviana. El viaje continuó en torno a las aguas turquesas del lago Mascardi. Finalmente, ingresamos al parque nacional Nahuel Huapi. Ayelén se apresuró a informar todo lo relacionado con la imponente figura del perito Francisco Pascasio Moreno. Lo definió como un científico, explorador, visionario, estadista, educador y filántropo. A fines del 1800, Moreno trabajó también en la diagramación de los límites con Chile. Conocedor y respetuoso de la naturaleza, promocionó el cuidado del medio ambiente y promovió la vigencia de una reglamentación que llega hasta nuestros días. Ayelén siguió su relato con la explicación de la importancia de la existencia de la flora y la fauna silvestre. Cada rincón, cada vegetación guarda secretos que van revelándose a nuestro paso. Hay mucho por conocer.
Sin señal en nuestros celulares
Tras visitar el río Manso, Pampa Linda y la subida de los Vuriloches, llegó el momento de disfrutar y conocer el majestuoso cerro Tronador. Tiene tres picos y el más alto alcanza los 3.554 metros sobre el nivel del mar. La última parte del trayecto tiene desniveles bastante pronunciados, por eso hay que conducir lo más serenamente posible. El paisaje es maravilloso; resulta un excelente momento para tomar fotografías. Llegamos a los 1.100 metros sobre el nivel del mar. Ya en los ventisqueros negros, Ayelén explicó todo lo concerniente a la formación de las placas de la cordillera de los Andes, las glaciaciones y los volcanes. Bajamos y caminamos hacia los diferentes miradores que permiten analizar la distancia que existe entre las lagunas que se forman en los ventisqueros y observar los hielos flotantes que se producen a partir del constante calentamiento de la tierra. Es impresionante escuchar el ruido que provocan los desprendimientos. Claro, de ahí proviene su nombre: el cerro Tronador. Definitivamente, ese instante es muy emotivo. Es la confirmación, la certeza de que la naturaleza cambia, acciona, evoluciona, se desarrolla minuto a minuto. El lugar, se mire hacia donde se mire, se torna inmenso, inalcanzable. Es el momento de disfrutar y escuchar los ruidos del silencio, porque el silencio tiene sus ruidos. La excursión llegó a su fin. El retorno lo hicimos por el mismo camino. Tratamos de mantener el silencio que produce la expresión de la naturaleza sabia. Muchos decidieron dormir, cansados por un recorrido que provoca grandes emociones. Mientras, el cerro Tronador sigue tronando.