Junto a él, varias generaciones de perros San Bernardo se han vuelto el centro de atención de los turistas. Sus caras tristes han paseado a su antojo de aquí para allá, durmiendo su siesta o estirando sus decenas de kilos de peso en un banco de la plaza. Roca simboliza la íntima historia de este pedazo de tierra patagónica y los San Bernardo, conocidos por auxiliar a las personas perdidas, son parte de la vida de la montaña. Conviven en total armonía y nadie imagina el uno sin el otro en ese tradicional paseo barilochense. De los edificios públicos se destaca la municipalidad por sus dimensiones y belleza. Su ala principal remata en una torre desde donde un viejo reloj acompaña con sus campanadas el paso del tiempo. Una recova resguarda de los vientos y el frío imperante en la zona. Hay una misteriosa presencia en unas pequeñas ventanas por debajo del reloj. Cuatro figuras de madera aparecen y saludan al son de las horas. ¿Qué eran? ¿Qué simbolizaban? Un detalle de esta plaza que debimos consultar en el museo. En el Museo de la Patagonia Dr. Francisco P. Moreno, muchas de nuestras dudas fueron disipadas. Ocupa un gran espacio en el edificio de la administración de Parques Nacionales y en sus plantas de crujientes pisos de madera alberga valiosas colecciones de elementos e historia de la Patagonia. Una calle angosta permite el tránsito de automóviles que, en zig zag, ascienden desde el lago, rodean la plaza y se dirigen al centro por la calle Mitre. Allí dos arcadas le dan una característica esencialmente europea a ese rincón del conjunto edilicio. Los alrededores, con un lindo parque verde, complementan el conjunto. A nuestro entender lo único que ensombrece el imponente Centro Cívico es el Bariloche Center, una mole de cemento que no condice con el señorío del primero. Regresamos otro día de noche y a pesar del frío imperante muchos caminaban y disparaban sus máquinas fotográficas frente a los iluminados edificios de piedra. Comprobamos que no éramos los únicos a quienes el lugar fascinaba. Los ritmos de la ciudad han cambiado desde que el Centro Cívico fuera inaugurado. Lo que continúa es el misterio que ejerce sobre todos nosotros para no dejar de pisar su plaza cada vez que visitamos la ciudad de Bariloche.
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