Ingresar al bosque implica una "invasión" de perfume de azahar que recorre nuestros cuerpos. El paisaje está conformado por ejemplares de arrayanes añejos con follaje muy alto y de color canela.
Nos preparamos para iniciar el gran paseo. La espera fue en Puerto Pañuelo, a pocos kilómetros de Bariloche, donde aguardamos el momento de abordar el catamarán que nos llevaría al bosque de arrayanes de la península de Quetrihué. Subimos, nos sentamos y la embarcación blanca de motores potentes comenzó a recorrer sigilosamente las aguas del lago Nahuel Huapi.
Sobre el Nahuel Huapi
Durante la navegación atravesamos el límite entre las provincias de Río Negro y Neuquén, ambas comparten el lago Nahuel Huapi. Realmente el paseo se tornó muy placentero y decidimos entregarnos a la inmensidad del paisaje que nos devoraba con sus colores y aromas. Mientras nos dirigíamos al parque nacional Arrayanes, empezamos a ver varias islas de tamaños pequeños. Ya estábamos próximos a nuestro destino y, por ende, la ansiedad comenzó a crecer.
Nuestra primera reacción frente al bosque fue de enorme sorpresa. El impacto de ver tantos colores hermosos e intensos fue muy fuerte. El rojo se hizo presente con sus distintas tonalidades, al igual que el color canela. Los arrayanes pertenecen a la familia de las mirtáceas, que precisan vivir muy cerca del agua para desarrollarse de manera óptima. Este punto geográfico, por supuesto, ofrece este factor de vital importancia. La corteza de los arrayanes es fría y se descascara con facilidad. Afortunadamente, la naturaleza es quien se encarga de “vestirlos” nuevamente y en forma continua. Sus flores son hermosas y similares a las de azahar. Las instalaciones estaban en perfecta armonía. Las pasarelas limpias y seguras, de muy fácil acceso. Los escalones de diferentes alturas completamente impecables. Todo estaba en las mejores condiciones para concentrarnos en disfrutar de este maravilloso bosque de más de 250 años de antigüedad. Casi obnubilados por la belleza de los arrayanes, tuvimos la clara necesidad de tocarlos. Nos sorprendió la gran suavidad de su textura. Luego, recorrimos los 800 metros de pasarelas, nos detuvimos en todos y cada uno de los miradores para disfrutar de los paisajes, los colores, los aromas y la expresión contundente de la naturaleza.
Un bosque especial
Dentro del bosque se encuentra una casa de madera antigua, construida a mitad del siglo pasado, que funciona como confitería y que, según dicen, fue fuente de inspiración para el famoso cineasta norteamericano Walt Disney en sus primeras películas sobre animales del bosque. Terminamos el recorrido y emprendimos el regreso. Las gaviotas, ansiosas de alimento, sobrevolaban la embarcación. Volvimos a Puerto Pañuelo, justamente agitando nuestros pañuelos como lo hacían los viejos pobladores del lugar para indicar que deseaban que la embarcación los recogiera.