Junto a sus iglesias, la arquitectura de Castro luce otra expresión característica de la isla: los palafitos. Estas construcciones, muy conocidas en las zonas costeras, tienen en Chiloé su representante más austral. Son casas de madera y tejuelas de alerce que se emplazan sobre un muelle con gruesos pilotes. Constan de dos frentes, uno hacia la calle, con la que se comunica a través de un puente, y otro hacia el canal, que posee una terraza superior que cumple la función de un patio y un nivel inferior que se utiliza para los trabajos de pesca, de acuerdo a las horas de marea. Es allí donde se amarran los botes que acompañan a los isleños en su salida para buscar mariscos y peces. Más allá de su atractivo, los coloridos palafitos son para los pobladores un cómodo hogar cerca de la costa, seguro y sin humedad, el lugar ideal para los que viven en torno al mar.