Pequeña en superficie pero enorme en importancia, la hostería ¡école! figura en las guías turísticas de Pucón como un faro al que se acude para sentirse como en casa mientras se apoya una iniciativa que permite mejorar el planeta. Llegamos a ¡école! con la inquietud de vivir algo distinto. Era media mañana y en seguida notamos un movimiento de visitantes que preparaban su salida de excursión hacia los atractivos de la zona. Sus voces nos anunciaron que había más extranjeros que gente de habla hispana pero el entendimiento entre todos nos mostró la buena onda del lugar. En el ingreso, dos amplios salones con sillones cómodos y luz natural invitan a encontrarse con los demás, a leer, a ver el correo en la notebook o simplemente a dejar pasar el tiempo mientras el ritmo de la casa se desarrolla. Una biblioteca con libros y guías turísticas para entretenerse o para comprar y una galería de cuadros se suman a un sector confitería donde tomar algo. Al costado, el lugar para desayunar y comer; un poco más allá, encontramos la salida a un patio interno con una parra añosa que ofrece su sombra cuando más se la necesita: en verano.
Ojeamos el menú a la carta que tiene en cuenta los productos vegetales y legumbres de la zona, preparados en muchas formas y con distintos aliños. Se trata de comida vegetariana donde no faltan la quinoa, variedad de verduras asadas o al wok, ensaladas de todo tipo y tostadas tibias de pan de pita casero como acompañamiento. Como postre, delicias dulces de la zona como frutas de estación, quesos caseros y frutos secos. Todo en una cocina sencilla, fresca, con notas étnicas e ingredientes puros. Nos quedamos una noche y compartimos la cena y charla posterior con una pareja belga muy joven que gustaba de andar por senderos boscosos y viajaba por el mundo viviendo esa experiencia natural. Una charla con el señor Hernán Verscheure, socio de este proyecto, nos acercó a los inicios de la actual hostería, que hoy apunta a tener una gestión sostenible. A comienzos de la década del noventa, Hernán junto a un conjunto de personas tuvieron conocimiento de las intenciones de un grupo empresario de adquirir un área de la cordillera de Cañi con bosques de araucarias. Los parques nacionales aún no habían nacido, las especies no estaban protegidas y surgió el alerta entre quienes quisieron evitar el corte de esos pinos milenarios y conservar las áreas intangibles. “En forma privada, impedimos la acción e hicimos conocer ese punto tan apreciado de la geografía local; en la vieja hostería Don Pepe, puntapié inicial de esta, se alojaba a los visitantes. Luego, como parte del programa, se compró la hostería y con lo producido se continuó con los proyectos ambientales y de conservación”, nos dijo Hernán. La idea básica fue desarrollar lo que la tierra brinda y que ese sustento no se pierda. El espacio común de la hostería es ocupado con encuentros culturales que la comunidad de Pucón y sus alrededores ha hecho propios. Con nuevas tecnologías, apuntan a incorporar energías alternativas, como los paneles solares y termo cañón para calentar el agua y dar abrigo a las instalaciones. Pero en ¡école! el suave sonido que ofrecen los pisos de madera de la antigua casona aún se empeña en hacernos recordar su historia.