El camino trepa en altura en la zona del límite internacional en medio de un espeso bosque virgen con especies andino patagónicas y arroyos caudalosos.
La ruta hacia el paso internacional de Mamuil Malal puede tomarse tanto en la ciudad de Villarrica como en Pucón. Es un trayecto muy entretenido en el que la naturaleza pone a nuestra disposición espléndidos bosques de vegetación autóctona. Saliendo de Pucón, se debe sobrepasar el cruce de rutas que, sobre la izquierda, marca dirección hacia los centros termales y los balnearios del lago Caburgua. La presencia de aguas termales en la zona permite disfrutar de los servicios de excelencia de las piscinas al aire libre y techadas de varios centros especializados. El agua llega a través de vertientes naturales con propiedades y temperaturas que aseguran relajación y descanso al cuerpo humano. Las termas de San Luis, Menetúe o Huife son las más conocidas y en ellas es posible bañarse, pernoctar y realizar actividades al aire libre como trekking o canopy por los bosques aledaños.
A partir de allí, el camino zigzaguea entre una vegetación tupida y agreste que en algunos tramos acompaña al río Trancura. Seguimos nuestro trayecto hacia la siguiente población sobre la ruta, Catripulli. Conformado por una sucesión de casas de madera sobre excelentes pastos verdes, deja traslucir la tranquila vida campesina poco habitual para quienes vivimos en grandes urbes. A continuación, en Curarrehue pasamos por una estación de servicio a cargar combustible y almorzar en un comedor sobre la ruta que ofrecía comida casera. Luego recorrimos las calles aledañas y obtuvimos información turística en una oficina de la comuna. A partir de Puesco y hasta la frontera, nos internamos en una vegetación más espesa aun. Al encontrar la laguna Quillalhue, bajamos del vehículo y dedicamos unos minutos de nuestro viaje a sacar fotos como recuerdo de ese paraje. Un poco más adelante, realizamos el trámite pertinente en el puesto fronterizo chileno y con nuestra documentación en orden continuamos hacia el hito internacional. Traspasamos esa línea imaginaria que une ambas naciones y que es anunciada por carteles de ambos países. Ingresamos a la Argentina y realizamos el mismo trámite en la oficina de migraciones argentina. El volcán Lanín se hizo presente en toda su grandeza, cerca del camino. Al bajar del auto, sentimos que nunca habíamos tenido una montaña tan enorme a nuestros pies y que visualmente podíamos llegar hasta su cumbre helada formada por glaciares perennes. El parque nacional Lanín nos recibió con su bosque de araucarias milenarias, algo inusual y mágico. Accedimos a un área agreste y bastante árida de un encanto especial y distinto al anterior. Pocos kilómetros más adelante, llegamos a Junín y San Martín de los Andes, ciudades que vale la pena recorrer por su atrayente oferta turística durante todo el año. Dejábamos atrás un excelente paseo que en sólo un rato nos trasladó a través de la frontera por caminos de gran belleza.