Una visita por la estancia Don José Guenguel para conocer su emprendimiento de cría de guanacos y disfrutar de una apacible tarde de campo.
Pasando la tranquera que da inicio a una frondoso camino de álamos, nos esperaba nuestra anfitriona Norma Mazquiarán. Más relajada después de una temporada concurrida, se sentó con nosotros en el comedor a disfrutar de una apacible tarde de sol. En el año 2004, abrió las puertas de la casona familiar para recibir a los huéspedes que buscan la paz del campo. Pero su visión del turismo rural empezó hace unos años cuando decidió estudiar y formarse en esta actividad. En la actualidad, a cargo del creciente emprendiento, Norma dejó para sus hermanos Juan José y Nelson la producción lanar, tradición de la familia que recibió varios premios nacionales. Luego del té, caminamos por las cercanías del casco recostado al pie de una lomada, subimos por un sendero hasta alcanzar el mirador y nos quedamos un rato comtemplando el vasto campo de 24.700 hectáreas.
Panza blanca
Los tehuelches veían semejanzas entre la blanca panza del guanaco, que llamaban
“guenguel”, y las bardas que circundaban el valle. Allí un grupo de arqueólogos descubrió un enterratorio y un alero con arte rupestre, perteneciente a la Patagonia tardía, período que tuvo lugar hace 1000 años. Norma nos contaba cómo la historia de la estancia se liga también al crecimiento del pueblo. Allí, funcionó la primera escuela de
Río Mayo muy cerca del galpón, que data de 1926 y conserva los pupitres de madera originales. Cuando nos dirigíamos a los corrales, lo vimos pasar a don Millafilo con un fardo de alfalfa. Los chulengos (cría del guanaco) ya lo conocen y se acercan rápidamente, por lo que aprovechamos para alimentarlos y sacarles varias fotos. Acostumbrados a los visitantes que participan en las tareas rurales, incluso en la esquila, los guanacos de la estancia son más que privilegiados.
El proyecto Guenguel, que llevan adelante desde 1998 los Mazquiaran, se basa en la fabricación de fibras finas, lanas de merino australiano y guanaco entre otras variantes, y en la confección de prendas tejidas. La colección Guenguel se puede adquirir en la estancia, en exclusivas vidrieras de
El Calafate y también en algunos escaparates porteños.
La Estancia Don José cuenta con la posibilidad de alojarnos en la casa principal o bien en las cabañas ideadas para los huéspedes, con todas las comodidades y servicios para garantizar una estadía perfecta.