Un paseo de aventura que propone recorrer los bosques nevados en un trineo con perros alaskan y siberian huskies.
Llegamos al cerro y tomamos la telecabina hasta la plataforma 1600. En la cálida cabaña del Bosque de los Huskies nos recibieron amablemente, y nos comentaron que debíamos esperar un rato porque los trineos estaban paseando a una familia de turistas. Aprovechamos el tiempo para charlar un rato sobre esta actividad invernal que crece en los principales centros de esquí. Pablo Germann, el dueño de este emprendimiento, llegó a San Martín de los Andes desde Ushuaia hace 23 años. Pionero en carreras de trineos con perros en Sudamérica, Pablo participó en Pirena, una de los eventos más famosos que convoca a perros y mushers, como se denomina a los que guían el trineo. Luego de esta travesía única, su amiga y competidora Monique Bené le regaló una pareja de alaskans con los que empezó su actividad en el cerro. En la actualidad posee más de 60 perros entre siberian y alaskan huskies, todos muy bien cuidados y entrenados. Mientras esperaba para salir en el trineo, me entretuve sacándole fotos a los chicos que jugaban con los perros, como si fuesen amigos de años.
Hijos de lobos
El tiro conducido por el musher arrastraba el trineo canadiense donde iba cómodamente sentada. Empezaba a nevar y, a medida que se internaba en el bosque de lengas, el guía me contaba la historia de estos perros. Las razas nórdicas están acostumbradas a tirar de los trineos y a dormir bajo el cielo ártico. Los siberianos pertenecen a una raza canina polar de trabajo que desciende directamente del lobo ártico. Hace cientos de años, estos lobos fueron criados y entrenados por los
chukchis, una tribu esquimal de la estepa siberiana. Los buscadores de oro compraron un equipo de perros entrenados a esta tribu y de esta manera introdujeron la raza en América. Pueden recorrer de 60 a 70km por caminos congelados, soportando temperaturas de 25 a 30º C bajo cero. Fieles, inteligentes y resistentes, por el año 1925 protagonizaron verdaderas hazañas, llevando suero a los enfermos de difteria en Alaska. Los perros corren por el bosque de lengas envuelto en una serena belleza. Los guían sólo con la voz y todos acatan rápidamente. El musher sabe hacerse respetar y querer porque los ha criado y entrenado. Al frente del tiro, van Arauca y Gama, las siguen Rayo y Clarita, y por último Laos y Fénix. Al llegar al mallín, los perros paran automáticamente para descansar y posar para la foto. El silencio se rompe cuando nos alcanza otro trineo y sus perros empiezan a ladrar. El tiro de Jorge permanece tranquilo, a la expectativa de una nueva orden. Retomamos la marcha. Faltaba poco para finalizar el recorrido y la nevisca, cada vez más intensa, transformaba al bosque en un escenario todavía más fantástico. Enfundada en el trineo, bien a resguardo del frío, hubiese seguido unas horas más, recordando cuentos e historias mágicas en la nieve. Ahora entendía la fascinación de los chicos.
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