El parque es conocido como “ Los Paraguas” debido a los densos bosques de araucarias que comparten el área con otras especies autóctonas antiguas y son uno de sus principales atractivos.
Amplio y generoso, el parque nacional Conguillio recibe distintos tipos de turismo. Hay quienes llegan para vivir en contacto con la naturaleza y hacen de los amaneceres y atardeceres sus momentos más valiosos, sin realizar grandes esfuerzos. Otros conocen sus atractivos senderos y aprovechan sus días libres para calzarse al hombro la mochila, sus mejores zapatos de montaña y realizar trekking. Echan a andar su GPS interno para sumar kilómetros y duermen en saco de dormir dentro de una carpa. Nosotros recorríamos la ruta entre Temuco y el paso de Icalma y primero descubrimos el volcán Llaima y luego el parque nacional. Nos dimos cuenta de que ambos están enlazados y suman sus bellezas naturales. Ingresamos desde Curacautin y transitamos por un camino interior del parque hasta encontrar la laguna Captren. Es pequeña, cuenta con un sector para camping y está rodeada por un sendero que permite una caminata para verla de cerca y pescar desde la orilla. La presencia del volcán Llaima desde ese punto nos permitió realizar las primeras fotos ya que fue imposible abstraerse a esa imagen.
El mismo sendero nos llevó, unos pocos kilómetros más adelante, al lago Conguillio, el de mayor superficie del parque. Sus costas congregan la administración del CONAF (Confederación Nacional Forestal de Chile), el Centro de Información Ambiental y área de servicios. La gran cantidad de visitantes que reunía ese área le daba un color y un movimiento especiales, ya que además en esa zona existen cabañas y área para acampar. La visita la hicimos en época estival y los guardaparques estaban bastante atareados. Cuando pudimos charlar con uno de ellos, nos extendió algunos folletos y entendimos cómo utilizar los senderos, sus longitudes, dificultades y tiempos aproximados de caminata. Fue la mejor manera de orientarse dentro del parque y aprovechar los conocimientos para una excelente estadía. Varios jóvenes con su mochila lista para salir a caminar nos dijeron: “Aún no hemos visto todo, pero en este parque hay una variedad increíble de ecosistemas y cada rincón al cual se llega es distinto. Ahora tomaremos un sendero para encontrar a la que llaman Araucaria Madre, que tiene un tronco de 2 metros de diámetro”. Nosotros pensamos: si hacen falta 200 años para que una araucaria llegue a su madurez y 500 para que forme sus conocidas ramas tipo paraguas, ¿cuántos tendría esa anciana? Guardamos la pregunta para el próximo encuentro con un guardaparque. Su presencia en varias áreas del parque permite el control constante y el servicio de información necesarios. Hay carteles, senderos bien trazados y sectores en los que se puede pescar. A cambio, se pide el cuidado de esas valiosas riquezas naturales. Siguiendo el sendero, encontramos un lindo espacio a orillas del lago para tomar nuestra merienda. Acostados de espaldas sobre el piso, observábamos la increíble cantidad de araucarias que teníamos a la vista. En medio de la vegetación muy densa, aparece escoria volcánica y sectores desolados difíciles de explicar. Hay que remontarse miles y miles de años hacia atrás y conocer cuáles fueron las distintas evoluciones de la actividad volcánica que dejaron su marca en el terreno. Como para agregar algo más a todo lo bello que ofrece el parque, sobre su ladera oeste se encuentra el dinámico centro de esquí Las Araucarias, con excelente calidad de nieve en época invernal. Nuestro paso por el parque nacional Conguillio fue corto pero intenso. Nos quedó rondando en la mente la idea de organizar una futura visita en la que podamos pernoctar y saborear todo lo bello que la naturaleza le ha regalado a este parque modelo chileno.