Las cascadas de los arroyos Coa Có y Blanco se esconden en la tranquilidad del bosque, a poca distancia de la villa.
Las tardes de sol en Villa Traful nos llevan inevitablemente a disfrutar del espejo azul del lago. Pero también nos pueden llevar a realizar una tranquila caminata por la montaña, reparados por las frescas sombras del bosque.
Salimos de la costanera y ascendimos por una calle interna hasta el páramo conocido como Pampa de los Álamos, donde unos caballos pastaban a la espera de algún visitante con ganas de realizar una cabalgata.
En este punto estacionamos el auto, muy cerca del inicio del sendero que se abría entre los añosos coihues y ñires. La frondosa vegetación nos servía de refugio en la hora calurosa de la siesta.
La senda bien marcada que se internaba en el bosque presentanba suaves pendientes de tanto en tanto. Cruzamos dos pequeños arroyos y, después de 10 minutos a paso tranquilo, llegamos al mirador de la cascada Coa Có, que se ubica al sur, y a una vista del lago Traful, al noreste.
Después de contemplar el salto de agua y tomar un relajado descanso, decidimos volver por otro sendero que continúa la pasarela hacia abajo y, después de recorrer otra parte del bosque, sale al estacionamiento.
Nuevamente en nuestro punto de partida, continuamos el trekking, esta vez en busca de la cascada del río Blanco. El camino, que se extiende 1.500 metros hasta el mirador, serpentea entre hermosos coihues y cipreses. A medida que avanzábamos, se podía percibir la presencia de los distintos pájaros que se escondían entre las ramas. Finalmente, llegamos hasta un descanso desde el que pudimos admirar la cascada, una hermosa caída de agua que se dejaba ver entre las cañas coihues y las coloridas aljabas.
Nos quedamos en silencio, compartiendo unos mates y escuchando el rumor del agua. Volvimos por otro sendero alternativo, contentos de haber conocido este pintoresco rincón de Villa Traful.