Hotel Llao Llao: Historia y linaje

En cada ocasión que visitamos Bariloche, nos sacamos una foto delante del imponente Hotel Llao Llao sin conocer su interior ni su historia. En un nuevo viaje participamos de un congreso de turismo y pudimos recorrer parte de sus instalaciones. Con los lagos Nahuel Huapi y Moreno y los cerros López, Capilla y Tronador como fondo, se yergue ese gigante que es como una ciudad en sí mismo. Todo allí está pensado para que el visitante se sienta a sus anchas. Desde el ingreso por el lobby del edificio Bustillo, donde los techos son altísimos y los salones de una medida imposible de calcular, nuestros ojos no paraban de dirigirse de un rincón a otro. Como para no perdernos nada con la vista. El diseño y la decoración lo colocan en un lugar de privilegio con la calidez de un hotel de montaña y los servicios de un resort cinco estrellas donde nada está librado al azar.

Recorrimos solo los salones principales. Las áreas privadas se ofrecen únicamente a quienes se hospedan en el hotel. En cada sector admiramos los materiales utilizados, como la madera de ciprés y el pino trabajados en forma rústica o con forma de tablas, una combinación realmente exquisita. Llegamos a la hora en que se servía el desayuno en el Gran Salón Llao Llao, que además se utiliza para eventos. Cortinados altísimos cubrían los amplios ventanales; arañas con incalculable cantidad de luces y el imponente techo con vigas de madera cortaron nuestro aliento. Salas de convenciones, salones de descanso y lectura, una delicada gastronomía y actividades complementarias para todo el grupo familiar o empresario destacan el ofrecimiento turístico del hotel. Percibimos cierto orgullo cuando nos contaban algo de la historia de este antiguo hotel barilochense. San Carlos de Bariloche tomó auge turístico durante la presidencia del Dr. Exequiel Bustillo en el directorio de Parques Nacionales en 1934. Se escogió un proyecto realizado en Buenos Aires por el arquitecto Alejandro Bustillo para construir el edificio con piedra, troncos y techos de tejuela de alerce. Esperaban ofrecer un destino turístico acorde al entorno paisajístico. Inaugurado en 1938, un feroz incendio lo destruyó totalmente al año siguiente. A pesar del golpe sufrido, sus empresarios no bajaron los brazos y en un año lo volvieron a construir. Conservaron el mismo estilo, pero en esta ocasión se privilegió el hormigón armado, la mampostería y tejas normandas en sus techos. Lamentablemente, entre los años 1980 y 1993 el hotel permaneció cerrado y el abandono de sus instalaciones fue total. En 1992 un nuevo grupo empresario decidió recuperarlo respetando el proyecto original de Bustillo. Pero aquí no terminó todo. El Hotel Llao Llao ha ido creciendo en reconocimiento internacional y en superficie construida. Tuvimos ocasión de conocer el nuevo edificio, o sea el ala Moreno, que mantiene la estética esencial del hotel, la misma calidez pero con superficies más amplias en las habitaciones y muebles más actuales.

Aunando tradición y actualidad

En ese área se suman cuatro pisos, dos subsuelos y la inmensidad del lago Moreno a disposición de los pasajeros. Qué decir de esos espacios disponibles en sus galerías exteriores, donde enormes reposeras de madera esperan a los visitantes para una siesta, la lectura de un libro o simplemente para contemplar el paisaje alucinante. Resultó imposible conocer y recordar cada área que compone el complejo hotelero, donde todo se resuelve bajo sus techos. Fue una sensación placentera pisar sus mullidos pasillos alfombrados, su atmósfera perfumada y la calidez de la gente que lo atiende. La elegancia y la majestuosidad del Hotel Llao Llao enorgullecen a los barilochenses. Sin serlo, nosotros compartimos ese sentimiento por ser apreciado a nivel turístico internacional.