La consigna es unir San Carlos de Bariloche, Argentina, con la ciudad de Puerto Montt, Chile. En este circuito visitamos el volcán Osorno, un poco en bici y otro poco con trekking, hasta la cumbre, 2.562 m.s.n.m. Desde allí se alcanza a ver toda la cordillera de los Andes y el inmenso lago Llanquihue, que luego rodearemos para llegar al volcán Cabulco, de 2.015 m.s.n.m., e innumerable cantidad de cerros. Nos separan los lagos y aproximadamente 250 kilómetros de pedaleo. El primer día llegamos a Bariloche, pasamos por el hotel y luego fuimos a una bicicletería para hacer el control de las bicicletas. Tuvimos una charla técnica y de información sobre el recorrido. Por la noche, cenamos con muchos carbohidratos, un poco de vino y a prepararse. A la mañana siguiente tomamos un transporte hasta Puerto Pañuelo. Nos embarcamos en el catamarán que cruza el lago Nahuel Huapi y después pedaleamos un poquito. Al llegar a la laguna Frías, volvimos a embarcarnos para cruzar el espejo de agua.
Cuando desembarcamos, nos subimos a las bicicletas y realizamos el auténtico cruce de la cordillera de los Andes. Tuvimos que hacer los respectivos trámites en las aduanas de Argentina y Chile antes de poder seguir a Pehulla. Luego, tomamos un catamarán para cruzar el lago Todos los Santos y desembarcamos en Petrohué. Allí, tomamos las bicis por última vez en el día hasta llegar a Ensenada. Fin de esta jornada. El tercer día partimos con dirección al volcán Osorno. Fue una subida fuerte y sostenida hasta llegar al refugio Teski Club, donde pudimos tomar un merecido refrigerio. Había llegado el momento de dejar las bicicletas y comenzamos el trekking hasta la cumbre, que se encuentra a 2.562 m.s.n.m. Luego de hacer cumbre, regresamos al refugio. Tuvimos una auténtica cena chilena, con salmón del Pacífico, y una buena ducha de agua caliente. Al día siguiente, el descenso del volcán fue adrenalina pura: trece kilómetros de vértigo y emoción. Al terminar la bajada, empezamos a rodear el inmenso lago Llanquihue con dirección a Frutillar. A los pocos kilómetros pasamos por el pueblito de Cascadas. El camino sigue y nos internamos en hermosos paisajes con casas e iglesias de madera de principio del siglo XX. Muy pintoresco. Llegamos a Puerto Octay, almorzamos y después de un descanso, continuamos hacia Frutillar. Desde Frutillar comenzó nuestro último día de pedaleo, con destino a Puerto Montt, que es una ciudad muy grande con salida al océano Pacífico, inmensas tiendas comerciales, variedad hotelera y una gran oferta gastronómica. Su especialidad: los frutos de mar. Para cerrar esta gran excursión del cruce de los Andes, nada mejor que una cena con comida típica chilena, buen vino y un buen descanso.
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