En esta experiencia inolvidable, el aire pega fuerte en la cara, la vista de la inmensidad del paisaje de montañas y bosques milenarios es increíble y el perfume de la naturaleza ingresa por cada uno de nuestros poros.
Para comenzar, es bueno saber que son en total 200 kilómetros de recorrido y que se emplean al menos cuatro días. Para quien no tenga experiencia, recomendamos incrementar las paradas y el descanso. Es fundamental poner todo el equipo en orden antes de arrancar. Una buena bicicleta de montaña es el eje del éxito de la salida; aguanta el traqueteo y le da seguridad a la travesía. Debe ser liviana y contar con las clásicas alforjas impermeables con el peso bien equilibrado. Se debe añadir casco para la cabeza más herramientas, botiquín de primeros auxilios y repuestos (cubiertas, cámaras, etcétera). La ropa adecuada debe ser abrigada pero liviana. La comida es preferible comprarla a lo largo del camino, en ciudades y pueblos a recorrer.
Primera jornada de viaje
Salimos de
El Bolsón por la ruta 40 (asfaltada) a enfrentar las primeras pendientes de montaña. Pasamos por el pueblo maravilloso llamado
El Hoyo, donde el verde de las plantaciones de la mejor fruta fina de la zona permite llevar algo rico para el camino. Treinta y ocho kilómetros más adelante, encontramos
Epuyén, donde un hermoso lago y buenos servicios de alojamiento,
camping y despensas colaboran con la travesía. A dos kilómetros, tomamos la ruta provincial de ripio n° 71 que lleva hacia
Cholila, luego de unos 30 kilómetros más. Los colores cambiantes de la vegetación mostraban una zona de estepa de colores amarillentos pero con aire limpio y sereno. Adelante, un pueblo fantasma abandonado hace más de 50 años, y poco más allá apareció Cholila. El pueblo nos dio la bienvenida con su tranquilidad y rico olor a campo. Es muy pintoresco y parece quedado en el tiempo; se hizo famoso por el paso fugaz de un bandido norteamericano conocido como Butch Cassidy. Cualquier poblador puede contar la historia de este ladrón de bancos y trenes. Con setenta kilómetros hechos desde El Bolsón, pudimos calcular cuánto se podia recorrer por jornada, cuáles eran los lugares ideales para descansar y qué esfuerzo demandan las rutas de la zona. Se aconseja mantener un ritmo constante durante la pedaleada y no llegar al destino previsto después del anochecer. Cholila ofrece alojamientos y
camping de distintas características, con lo cual es conveniente hacer noche en este pueblo que ofrece la posibilidad de recargar la mochila al día siguiente con los alimentos indispensables para la segunda jornada.
Segunda jornada
Nos levantamos temprano, tomamos un buen desayuno y ordenamos todo lo necesario para llegar hasta el río Arrayanes. Luego de una última vuelta por el pueblo, retomamos el ritmo disfrutando de un paisaje espectacular y la presencia de establecimientos de campo y algunos tambos abandonados. Bordeando el río Carrileufú, llegamos al lago Rivadavia. Sus altos paredones de piedra, la vegetación y el color turquesa de sus aguas nos quitaron el aliento. Era el lugar ideal para un descanso. Allí hay un
camping y proveeduría para alguna compra imprevista. Siguiendo el camino, accedimos al parque nacional Los Alerces, donde está previsto que cobren entrada. Allí nos tomaos un descanso corto para ver que todo el equipo estuviera en condiciones ya que comenzaba una zona de pendientes con subidas y bajas constantes. No fuera cuestión de desanimarnos sino de medir el esfuerzo y realizar pausas adecuadas al lado de algún arroyo.
Lago Verde fue el próximo punto de interés: paraíso de la pesca con mosca, allí un
resort alberga a los amantes de este deporte que llegan desde cualquier lugar del mundo. Otro excelente lugar para un descanso y abastecerse de bebidas o alimentos. Luego de recorrer sólo un kilómetro, llegamos al río Arrayanes, donde un
camping agreste gratuito nos esperaba para reponer fuerzas y pasar la noche. A pesar del cansancio del día, la recompensa fue conocer uno de los ríos más requeridos del mundo.
Tercera jornada
Villa Futalaufquen se encontraba 40 kilómetros más adelante y era el destino del tercer día de bicicleteada. La mayor parte del trayecto es de ripio y de duras pendientes. El lago Futalaufquen acompaña gran parte del camino con su grandeza y belleza únicas.
La villa se encuentra sobre el lago y un recorrido corto compensa el esfuerzo. Recomendamos observar la vista panorámica desde el muelle de Puerto Limonao y visitar alguno de los sitios donde la ceremonia del té, las tortas y los dulces son imperdibles. La opción para alojarse siguen siendo los
camping y hosterías dentro de la villa o a orillas del lago. En medio de tanta dicha, no hay que olvidarse de observar que tanto la bicicleta como el resto del material estén en orden para encarar el último día de viaje.
Cuarta jornada
Nos levantamos temprano para salir según la consigna. La ruta 71 es de asfalto, lo que hace más aliviada esta parte. Dejamos atrás el parque nacional Los Alerces y la montaña para volver a encontrar la estepa. Veintitrés kilómetros más adelante, en la bifurcación de rutas, los carteles nos indicaron cómo ir a
Esquel: el fin del recorrido.
Una bajada de 5 kilómetros permitió una velocidad mayor, pero debimos ser precavidos ante sus curvas. Esta última parte fue más sencilla de atravesar y un premio al esfuerzo ya realizado. Esquel, una ciudad enorme donde hicimos nuestra entrada triunfal seguros de haber vivido una experiencia increíble. Quedó la sensación de cansancio y, a la vez, la intención de repetir este tipo de aventura en las próximas vacaciones.