Un paseo a caballo recorriendo y descubriendo los paisajes más hermosos de la Patagonia. Una alternativa que nos invita a conectarnos un poco más con la naturaleza de este rincón austral.
Nos preparamos para un paseo que prometía ser una experiencia única. Reservamos la excursión con uno de los guías expertos de la zona. El paseo comenzó en Bahía Redonda, donde estuvimos cabalgando durante dos horas aproximadamente. Surcando el Lago Argentino, nos topamos con varios grupos de aves típicas de la región; los flamencos y cisnes de cuello negro embellecían aun más el paisaje que nos rodeaba. Hicimos varias paradas en los cerros que circundan la ciudad de
El Calafate para contemplar la maravillosa vista. En el último descanso, nos preparamos para la siguiente parte del paseo.
Continuamos bordeando el Lago Argentino a lo largo de 5 kilómetros. La fauna y la flora, junto con la geografía del lugar, creaban un paisaje alucinante. A medida que avanzábamos, el guía nos iba contando sobre las distintas áreas que íbamos atravesando, la historia del lugar y sus pilares económicos. Luego de un par de horas cabalgando, llegamos a las Cuevas de Walichu. Aprovechamos para descansar un rato, pero más para apreciar y disfrutar de esas paredes prehistóricas, decoradas con dibujos hace miles de años.
Al pasar por la laguna Nimez, quedamos asombrados por la vista panorámica que nos regalaban los cerros aledaños. Allí paramos para hacer un picnic y estirar las piernas. Por un instante nos sentimos como los pioneros de la región, antiguos pobladores que utilizaban esta zona como parada de descanso para luego seguir camino hacia
la ciudad de Río Gallegos con la lana esquilada. Volvimos a montar esos majestuosos caballos, que con su trote y galope nos regalaron un paseo único, donde nos conectamos con su naturaleza y nos sentimos parte del suelo que nos rodeaba. La excursión cumplió y superó todas nuestras expectativas, el silencio apacible de la Patagonia, interrumpido por el suave galope de los caballos, los aromas naturales y la maravillosa vista fueron un obsequio para nuestros sentidos.
Mientras entregábamos los caballos, sentimos que aún nos quedaban ganas de otro paseo, de volver a vivir esta experiencia. El guía nos contó sobre otra excursión que dura hasta cinco días cabalgando por la montaña y culmina en la estancia Nibepo Aike. Nos marchamos al hotel felices y satisfechos por la experiencia vivida, y ansiosos por las que aún faltaban conocer. Porque en la Patagonia siempre hay más para ver.