Antes de comprar en El Calafate, hay que saber que muchos productos no son verdaderamente autóctonos. Aquí les proponemos algunos lugares para conseguir recuerdos locales.
Más allá de las fotos de los glaciares, se puede volver a casa con buenos recuerdos de El Calafate. Pero hay que fijarse bien, porque la mayoría de los productos no son locales, sino provenientes de distintos lugares de la Patagonia y del país. Sin embargo, buscando se encuentra: buenas lanas y tejidos, exquisitos dulces y verdaderas artesanías hechas por manos calafateñas. Los tejidos de Andino Patagónica combinan la calidez artesanal con los diseños rústicos, todo a muy buen precio. Parkas y ponchos de pura lana de oveja, hilados a mano y tejidos en telar, teñidos con procesos naturales a base de yerba, remolacha o calafate, son excelentes para resguardarse del frío austral con buen gusto. Si no es su estilo, puede elegir ruanas, cardigans y otros tejidos con lanas procesadas industrialmente. Para los más pequeños, una buena opción son los ponchitos en colores naturales con guardas o flores pasteles; estarán abrigados y bien vestidos.
Pueblo Indio ofrece algo más que objetos de decoración. Las láminas hechas en papel misionero de 440 gramos, trabajadas con técnicas de collage principalmente, expresan motivos mapuches, tehuelches y del noroeste argentino. El taller artístico integrado por diez chicos, bajo la coordinación y el diseño de Rafael, hace tres años que viene trabajando en El Calafate. Vivos colores y simpleza en las líneas pueden dar un sutil toque étnico a los ambientes, a un precio adecuado. Auténticos licores y dulces de calafate y ruibarbo, plantas características de inigualable sabor, llevan el sello indiscutible de Tatela. También encontramos pequeños dijes hechos en lenga, esculturas en madera nativa, telares con motivos tehuelches, y todos los objetos que expresan la cultura aborigen de la Patagonia austral. Y para terminar el recorrido dulcemente, una buena taza de chocolate caliente. Como en Ushuaia, en El Calafate nos espera un local de la fábrica fueguina Laguna Negra, con chocolates, dulces, licores, tortas caseras y otras delicias. Ideal para reponerse de una tarde de compras.