Rincones del parque nacional Los Alerces

Durante nuestra estadía en Esquel, decidimos conocer los imponentes lagos que alberga el parque nacional Los Alerces. Al salir de la ciudad, debimos cruzar la zona de “ecotono” donde la estepa patagónica se transforma en bosque andino. La primera parte la hicimos sobre la ruta nacional pavimentada 259 y luego continuamos por la ruta provincial de ripio 71, donde avutardas (cauquenes) y bandurrias custodiaron nuestro paso. La primer parada fue en el kilómetro 70, donde conocimos una casa que según dicen la historia y el mito fue habitada por el legendario Butch Cassidy en sus aventuras por la Argentina. A esa altura los bosques abarcaban todo el paisaje y las montañas aparecían una tras otra hasta que llegamos a destino. El parque nacional Los Alerces fue creado en el año 1937 como una manera de cuidar el bosque milenario, valorado por su belleza y lento crecimiento. La belleza y la magia de las distintas coloraciones de las aguas de los lagos y la vegetación fueron apareciendo ante nuestra vista en cada mirador y en rincones de ensueño, y eran el principal atractivo del área.

Quizás el más espectacular de todos los lagos sea el Futalaufquen. En la margen izquierda de ese espejo de agua se halla la villa del mismo nombre, eje de los servicios que se ofrecen en esa área. Allí, la intendencia del parque y el Centro de Interpretación tienen un lugar especial en un edificio de piedra y madera. Recibimos excelente información sobre las posibilidades de recorrer el parque nacional por los distintos senderos interpretativos. Cerro Alto Dedal, Los Pumas, Cinco Saltos, cascada Tío Mindo o pinturas rupestres son algunos de los paseos donde la flora nativa se muestra con todo su esplendor. La variedad de excursiones es amplia. A sólo 4 kilómetros de la villa, al sur del Brazo Este (el lago tiene tres) se halla el puerto Limonao, principal atracadero del área. Por delante teníamos las embarcaciones de excursión y por detrás la espectacular Hostería Futalaufquen. De allí parten en verano dos excursiones: al alerzal y al lago Kruger. En la primera se recorre el lago Futalaufquen, el río Arrayanes, los lagos Verde y Menéndez y se ingresa al milenario bosque de alerces. Incluye una caminata al lago Cisne con vistas increíbles a los glaciares del cerro Torrecillas. En ciertas épocas del año, el caudal del río Arrayanes es bajo y no permite la navegación. Entonces la lancha se toma en el puerto Chucao, sobre el lago Menéndez; se debe llegar hasta allí por vía terrestre. Previamente se deberá consultar horarios y se recomienda llegar al embarcadero una hora antes de la salida. Es necesario llevar nuestra vianda sabiendo que la basura volverá con nosotros cuando regresemos. El bosque de alerces muestra ejemplares cuyas edades llegan casi a los 3.000 años; sus gruesos troncos pueden llegar a medir tres metros de diámetro y su altura, hasta 60 o 70 metros. El conjunto se ubica en el límite de la llamada selva valdiviana. A comienzos del siglo XX, su apreciada madera era utilizada para la construcción de tejuelas para techos y carpintería. Chile siempre la consideró el “oro del bosque”. En la orilla derecha del lago Futalaufquen, entre cascadas, vertientes y playas de arena, se ubican hosterías, bungalows, cabañas, campings y proveedurías. Todo ese conjunto complementa la variedad de atractivos y permite una larga estadía en este rincón inolvidable de la Patagonia.