A quién no le causa placer tratar de entender el pasado, ya sea de su propia familia o de un pueblo, y entender cómo se vivía en tiempos anteriores a los nuestros. Esa atractiva consigna tiene esta nota.
Durante todo el año 2006,
Esquel estuvo de fiesta. El 25 de febrero de ese año el pueblo comenzó a festejar sus 100 años y extendió la celebración hasta los últimos días de diciembre. Era lógico, ya que no todos los días se cumple esa cantidad de años; se programaron actos y conmemoraciones de interés general. Como la historia de la ciudad era una sola, la idea fue integrar todas las generaciones que formaban parte de ella. Las propuestas se fueron ofreciendo una a una a sus pobladores y a los visitantes que disfrutaron de un interesante programa de actividades. Resultó particularmente emotivo ver que quienes se acercaban al centro de deportes invernales llegaban con sus fotografías de sus primeros viajes y de los recientes. Con ello, locales y visitantes plasmaron una documentación imperdible por la que se pudieron mostrar las diferencias de vestimentas y costumbres entre las viejas épocas y las actuales.
Pero el proyecto fue más ambicioso aún. Además de aportes realizado en el tema esquí, el proyecto permitió invitar a los interesados a acercar material relacionado con la historia de las instituciones locales, particulares o familiares. Era importante el aporte de fotos y de todo documento que sirviera para concretar la edición del libro
Esquel cumple 100 años. Ello conllevó la ardua tarea de contextualizar el material aportado, su verificación y compaginado. A través de Jorge Oriola, uno de los encargados del proyecto, supimos que los niños más chicos de las escuelas de la localidad se ocuparon de recopilar material de antaño y de nuestros días para sumarlo a la iniciativa. Esto promovió que los más pequeños se acercaran a sus padres y sus abuelos para escuchar sus recuerdos de una Esquel que ellos no conocían ni imaginaban. Los mayores apelaron a su memoria intacta para cumplir con dicho mandato y se convirtieron en los mentores de este trabajo. Los nietos consideraban así a abuelos y bisabuelos como ídolos por haber recordado cómo era la Esquel de antaño, a principios del siglo XX, el paisaje, las casas y la forma de vida de los primeros pobladores. Surgió así la historia de las primeras expediciones que pasaron por la zona en 1670 desde el océano Pacífico para atravesar la cordillera de los Andes, que eran en su mayoría religiosos de la orden de los jesuitas. Una orden del virrey Vértiz en 1778 trajo la presencia de los colonizadores Juan de la Piedra y Francisco Biedma, quienes fundaron fuertes y colonias en la Patagonia argentino-chilena.
En 1891 llegaron las primeras familias de colonos galeses a instalarse en el valle que se conocía como 16 de Octubre, en la zona cordillerana. Previamente, la Sociedad Británica de Inmigración había encargado a L. Jones Parry y Luis Jones explorar las tierras del Sur argentino; habían llegado en el barco Mimosa al Golfo Nuevo en 1865. Los tehuelches, chulilaken y mapuches ocupaban las proximidades de Esquel antes de que llegaran los colonos. Por eso hoy es natural que algunos pobladores desciendan de la unión de esas culturas. La fecha de fundación de Esquel es el 25 de febrero de 1906 de acuerdo a la mensura de la colonia 16 de Octubre; coincide con el inicio del servicio de telégrafo. Como toda ciudad, aún conserva señales del pasado que se aúnan con los tiempos contemporáneos. En la actualidad, Esquel concentra dos interesantes puntos turísticos que disfrutan tanto los locales como los miles de visitantes que llegan año tras año. Uno es el centro de deportes invernales La Hoya y el otro es el parque nacional Los Alerces. La ciudad se integra con claridad a esa variedad de paisajes de nieve, bosques, lagos y cascadas de gran belleza y valor. Los cien años de la querida Esquel dejaron como enseñanza esta propuesta de integración generacional que invitaba a los más jóvenes a recordar el pasado. De esa manera, pudieron tomar conciencia del valor de las acciones de esas primeras generaciones que dieron inicio a lo que hoy la ciudad les ofrece.