La repostería alemana es famosa por sus tradicionales recetas. El “kuchen” es una tarta milenaria que logra transportarnos 150 años en el tiempo hasta la época en que los colonos alemanes llegaron a la Región de los Lagos.
Recetas milenarias
En 1850, la idea del gobierno de Chile de poblar sus tierras con inmigrantes alemanes en las provincias del sur se hizo realidad. Los primeros colonos alemanes que llegaron eran en su mayoría artesanos y carpinteros, que se pusieron a trabajar inmediatamente en la construcción de sus casas. Sus mujeres y niños, además de ayudarlos en todo lo que tenía que ver con la construcción de las viviendas, desplegaron en sus cocinas una variedad ilimitada de recetas que traían del viejo continente y que, junto a las nuevas frutas que encontraban en la zona, les permitían sentirse no tan lejos de su Alemania natal. Así, los sabores de la cocina alemana de siglos de antigüedad pasaron a ocupar un lugar primordial en la región de los Lagos, donde tortas, tartas, salsas, onces alemanas y recetas que fueron trasmitidas de boca en boca comenzaron a formar parte de las atracciones de esta hermosa región chilena.
Una tarta llamada kuchen
El tiempo hizo que estas recetas hayan pasado de familia en familia y de generación en generación. De esta manera, las abuelas pasaron a detentar en cada casa un conocimiento que guardaban celosamente en cada una de sus recetas y que en forma secreta transmitían a sus hijas y a sus nietas mujeres. Cada familia tenía su fórmula para preparar el famoso
kuchen y en cada una de las reuniones festivas que se hacían entre amistades y vecinos, preparar el mejor y el más rico pasaba a ser un desafío popular tanto en la pequeña ciudad de
Frutillar como en el resto de los pueblitos que se levantaron a orillas del lago Llanquihue. El
kuchen, que en alemán se pronuncia como “köujen” es una tarta o pastel de masa plana a la que por encima se le agrega una salsa de frutas como ser murtas, frambuesas, moras, frutillas, grosellas, sauco, guindas, cerezas, nueces, amapolas, ciruelas y castañas. La lista de frutas no se agota de ningún modo con las antes mencionadas, sino por el contrario: en forma permanente se incorporan nuevas para encontrar el sabor perfecto.
En busca del kuchen perfecto
La hora del té nos encontró recorriendo las pequeñas y hermosas callejuelas de Frutillar, su arquitectura y su pasado cultural, atrapados por los distintos olores y sabores que se desprenden de sus chimeneas ni bien se hacen las 5 de la tarde. Todos los días del año, desde sus vidrieras, las distintas casas de té, ubicadas sobre la Avenida Phillipi, frente al lago Llanquihue ofrecen distintos tipos de strudells, tortas de chocolate y, por supuesto, los famosos
kuchen es que los visitantes no pueden dejar de probar acompañados por algún té, café o chocolate caliente. Afamados lugares como Bauernhaus, Guten Apetit,
kuchen Laden, el Café Trayen o el conocido Restaurante del Club Alemán se encargan, por su estilo y por su acento germánico, de ser los lugares preferidos a la hora de acercarse a la deliciosa gastronomía alemana. Una de las más ricas y sabrosas tradiciones de una colonización que aún hoy logra mantenerse en boca de todos.