El rodeo es una típica fiesta campestre que reúne a los mejores exponentes caballares y sus jinetes en la clásica medialuna y es abierta al público en general.
Frutillar cuenta con un recinto de práctica de rodeo donde se realizan encuentros, especialmente en el tiempo estival. Acudir a la medialuna y presenciar las corridas significa conocer y entender uno de los aspectos de las tareas del campo más apreciadas por los chilenos. Sobre la calle Richter encontramos el club de rodeo Frutillar, cuyas instalaciones ya nos hablaban de un clima de fiesta desde nuestra llegada. Los altoparlantes se encargaron de ponernos en clima con algunas cuecas y, como las corridas ya habían comenzado, se escuchaba al locutor anunciando los nombres de las colleras y sus montas. Las graderías en forma de semicírculo se iban complementando de a poco y la polvareda del trabajo en pista se hacía sentir. Con la bandera chilena flameando en lo alto y el lago Llanquihue que se dejaba ver de lejos, el escenario era perfecto.
Caminamos y observamos por unos minutos el lugar para comprender cómo se desarrolla una corrida. Mientras, se escuchaban las voces de los jinetes que desarrollaban su faena dándose ánimo e indicaciones entre ellos. El fin es acorralar al novillo y para ello se necesita garra, aptitud y también cumplir algunas reglas. Al ingreso del novillo y de la dupla de jinetes, éstos deben dar dos vueltas y arrearlo dentro del primer sector, el apiñadero. El siguiente paso es que los jinetes dirijan el novillo hacia la cancha o medialuna, donde de realiza la primera atajada o quinchada. Un miembro de la collera se ubica en forma perpendicular al novillo mientras su compañero le cierra el paso, ambos con taconeo de espuelas y rienda corta. Luego siguen otras dos atajadas en las zonas permitidas y cada actuación tiene un puntaje máximo de trece puntos. Se suman de acuerdo a los que hayan recibido por un buen desarrollo de la corrida y se restan cuando corresponda. Así, la sumatoria de puntos proclama a los ganadores de la jornada y agrega posibilidades para actuar en el gran torneo nacional de rodeo que año tras año se lleva a cabo en Rancagua. La Champion es la fiesta máxima de esta competencia y son cuatro días en que se puede observar a los mejores jinetes y caballos de la actividad. Para amenizar nuestra visita, dimos una vuelta por la confitería del club y por el espacio donde se encontraban trabajando cada uno de los equipos que acompañan las colleras. Evidentemente, existe una gran tarea previa para elegir y sustentar a los animales. Se trata de caballos tipo criollo o corraleros, bien entrenados, muy bien cuidados y que también realizan su propia competencia. Quien se lleve el Sello de Raza habrá sido elegido por su morfología, sus antecedentes deportivos y por presentar características de pureza en su clase. De regreso hacia las tribunas, reparamos en los atavíos de los hombres de rodeo o huasos. Sus sombreros de ala chata y amplia, sus mantos tejidas a modo de poncho y sus cuidados accesorios de campo los hace muy elegantes . Entre ellos, no faltaron comentarios sobre pálpitos, datos de los corredores e información de rodeos anteriores. Todo forma parte de la fiesta, de la que no quedamos excluídos una vez que comprendimos el sentido del juego.