La calidad de los platos y la buena atención: dos elementos que en los restaurantes portovarinos hacen que un comensal regrese a compartir con amigos o familia una deliciosa comida.
La Ciudad de las Rosas, como se conoce a Puerto Varas, es famosa por saber agasajar a sus visitantes, ofrecer hermosos paseos, y por la posibilidad de muy buen servicio de restaurantes. Los protagonistas de sus mesas son sus exquisitos pescados y mariscos de mar y las ancestrales recetas de repostería, dulces y tartas de origen europeo.
Cassis: frente al Piedraplen
Desde la hora del desayuno hasta bien entrada la noche es posible visitar su local de dos plantas realizado con gruesos troncos de madera de la zona y que cuenta con la mejor vista del lago Llanquihue. Sus variedades de café, chocolates y repostería se suman a una lista infinita de platos salados y buenos
chopps artesanales. Compartimos el trago del atardecer con amigos y elegimos ubicarnos en la amplia terraza de la planta alta, bajo sus coquetas sombrillas.
Gracias al constante movimiento del joven garzón, conocimos las buenas presentaciones de platos. Pasaron ante nuestra vista una enorme tabla de ceviche de salmón, ostiones a la parmesana y brochetas de camarones acompañados de panes y grisines caseros. También onces compuestos de café o chocolate acompañados por repostería europea, abundantes crepes dulces de berries y cheesecakes. Distendidos, nos deleitamos con unos ricos picoteos donde no faltaron los champignones salteados al vino blanco; calamares a la romana con salsa tártara; aceitunas con jamón crudo, queso cabra y alioli; camarones y pulpo al ajillo; apanados de mariscos, ostiones, pulpo, calamar. Cassis nació en Pucón, donde está su local más antiguo, y por su servicio variado y buena onda ha hecho pie en Puerto Varas.
Restaurante Mirador del Lago: distinción y sello propio
En la planta alta del elegante Hotel del Lago, con una sorprendente vista al lago Llanquihue, el restaurante Mirador del Lago es un clásico para los comensales más exigentes. Ya sea al mediodía o a la noche, es un lugar para comer por placer, sin apuros junto a una carta de nivel internacional. Sus afamados chefs combinan gustos regionales con recetas germanas y logran especialidades únicas. Sus
garzones saben interpretar a la perfección los gustos de sus clientes. Elegimos una mesa cercana a uno de sus grandes ventanales para observar las primeras luces de la noche. Cómodos por lo espacioso de las mesas, iniciamos la velada disfrutando del clásico pisco sour chileno. Luego, elegimos como entrada un tradicional
carpaccio de vacuno acompañado con alcaparras, queso parmesano y ensalada de quinoa, y un cebiche de ostiones aromatizado al jengibre sobre espárragos y ensalada. El plato de fondo fue un guiso de ciervo aromatizado a la cerveza negra artesanal con salsa de piñones, arroz perla y juliana de pimiento salteados en oliva y un sabroso salmón apanado con
fettuccini salteados al pesto y bastones de polenta grillada. Aconsejados por el sumiller, acompañamos cada plato con un vino adecuado. A la hora de los postres, consultamos por algunos de ellos para concluir la comida con un toque de dulzura. Elegimos un helado de almendras relleno de castañas en salsa de frambuesa al coñac y
tiramisú con salsa de vainilla a la menta. Una fina copa de licor dio fin a la cena para despedirnos de ese espléndido lugar, de los inmensos ventanales y deambular por las calles iluminadas del centro en la Ciudad de las Rosas.