Un paseo para hacer en familia. Cerquita de
Punta Arenas se puede conocer Parque Ñandú y la historia de Jorge y Estrella, que juntos se dedicaron a la cría de estas aves en su ámbito natural.
Magallánico, de cuarenta y tantos años, Jorge vive en la estancia desde que tiene uso de razón. Sólo se ausentó de este refugio a fin de realizar los estudios universitarios que le permitieron transformarse en veterinario. Luego de graduarse, regresó a la vida de campo para dedicarse a la cría de ganado bovino. Su vocación hizo que se preocupara por todos los animales de la zona, pero sentía una especial atracción por los ñandúes.“Tal vez porque es el ave símbolo de la región y porque me interesaba saber sobre las enfermedades que atacan mayormente a estos animales” me explicó entusiasmado. La Estancia “Otway”, conocida popularmente como Parque Ñandú, se ubica a 57 km de la ciudad de Punta Arenas. Aquí vive Jorge Laurido junto con Estrella, su eterna compañera, y juntos me mostraron cómo fue posible hacer su pequeño gran sueño realidad. En el año 1997, presentaron un proyecto en la Corfo (Corporación de Fomento de la Producción) para llevar adelante la cría artificial de ñandúes. “Hoy contamos con más de 100 ejemplares” afirma orgulloso, sabiendo que sin su intervención, sólo el 20 % de los mismos podría haber sobrevivido. La pasión y dedicación que puso esta familia para alcanzar estos resultados han logrado que su establecimiento sea conocido por los habitantes de Punta Arenas como “Parque Ñandú”.
Luego de unos años, Jorge y Estrella decidieron estudiar y criar otras aves emparentadas con los ñandúes y, a partir de ellas, notar las similitudes y diferencias que existen. A la cría de ñandúes, se sumaron una pareja de avestruces australianos (emúes) y otra de avestruces africanos. Rápidamente se corrió la noticia de la existencia de estas aves exóticas y no faltó quien quisiera conocerlas. “La diferencia de este proyecto con otros tantos de cría artificial de ’ratites’ (emú, avestruz y ñandú) es que, en el resto de Chile, se sacan los huevos fertilizados para ser incubados artificialmente, mientras que aquí, se deja al macho incubar sus huevos y criar a los charitas hasta la entrada del invierno” aclaró el dueño de casa. El despertar turístico de la región hizo que no dudaran en abrir las puertas de su estancia y permitieran que los visitantes apreciaran su trabajo y conocieran las costumbres de estos amistosos plumíferos. En Parque Ñandú es posible tomarse fotografías con los animales y hasta darles de comer en la boca a las charitas de menos de un mes de vida. Al acceder al parque, el visitante tiene la oportunidad de observar las diferentes etapas de desarrollo según la época del año. Por ello, es posible ver incubar a los machos en sus nidos, copulando o cuidando de sus parvadas, lo cual es muy difícil de apreciar en su condición de ave salvaje. Al notar la curiosidad de la gente sobre la vida en el campo, Jorge sumó a la exposición de aves un entretenido show de esquila donde los participantes aprenden algunos menesteres de la lana. El final del recorrido nos encontró degustando un exquisito chocolate con pan casero en el quincho de la estancia. “Estrella, además de ser la mujer más compañera que existe, amasa pan como nadie en esta tierra”, sonrió orgulloso el señor de los ñandúes...