Lagos Paimún y Huechulafquen, un recorrido

Salimos temprano, con rumbo norte, a través de la ruta nacional 234. El día de la Resurrección de Cristo se presentó espléndido. Algo nublado pero sin frío, cosa que acá en la Patagonia ya es toda una bendición. Tras recorrer 40 km, realizamos nuestra primera parada en el centro de la ciudad de Junín de los Andes. Esta población posee un alto porcentaje de habitantes descendientes de la comunidad mapuche, que se refleja en la variada artesanía que puede encontrarse en los locales del Paseo Artesanal. Decidimos conocer la iglesia parroquial Nuestra Señora de las Nieves. De construcción moderna, posee una concepción de líneas puras y es austera en su ornamentación. Al recorrerla, claramente queda expuesto que ha sido diseñada integrando la fe y las creencias mapuches y cristianas. Los lugares importantes del recinto están iluminados naturalmente, destacando las imágenes mayores y los espacios de recogimiento y oración. En su interior, además de venerar a la imagen de la Virgen de las Nieves, se rinde culto a la beata Laura Vicuña, una habitante de Junín de los Andes, que falleció cuando tenía apenas 13 años.

Luego de recorrer esta localidad pintoresca y tranquila, la abandonamos por la misma ruta que nos llevó hasta ella. Tras recorrer 4 km con dirección norte, llegamos al cruce de la Ruta Provincial 61 que es de ripio y corre paralela al río Chimehuín. Después de transitarla unos kilómetros, llegamos al C.E.A.N (Centro de Ecología Aplicada del Neuquén) donde se realizan tareas de investigación de especies vegetales y animales autóctonos y foráneos, y su respectiva relación con el ecosistema que las alberga. Recorrimos el centro en su totalidad, apreciamos los piletones que contienen a las truchas y aprendimos sobre la producción de alevinos. Este establecimiento se encarga de mantener estable la población de truchas en los ríos y lagos de la provincia. Finalizada la visita al C.E.A.N , continuamos con nuestro paseo. Ahora nuestro objetivo era llegar al lago Huechulafquen; faltaban todavía 22 km. Iniciamos el camino con impaciencia y perplejidad por la belleza del paisaje que no nos daba tregua y en pleno Parque Nacional Lanín logramos apreciar el nacimiento o boca del río Chimehuín, que tanta importancia tiene para los pescadores con mosca y que incluso figura en todos los libros mosqueros de la Patagonia. Luego de cruzar el puente, tuvimos frente a nuestra vista las majestuosas aguas del lago. Huechulafquen, en voz mapuche significa “lago alto”, o “laguna de la punta”. La postal es única: el agua color turquesa, el horizonte infinito del lago, la cordillera de los Andes a su alrededor con la presencia imponente del volcán Lanín, de 3.776 mts. de altura. Continuamos bordeando la costa del lago, y tras haber recorrido 30 km arribamos a Puerto Canoa, donde nos encontramos con un sendero interpretativo denominado “El Bosque”, que nos permite recorrer y conocer especies de la flora del lugar, entre las que se destacan las lengas, los ñires y los pehuenes, en sus distintas etapas de desarrollo. Al final del recorrido, encontramos un muellecito desde donde parte el catamarán José Julián, que realiza excursiones por los lagos Huechulafquen y Epulafquen. Delante del muelle, se encuentra la zona llamada “La Unión”, una estrecha angostura de aguas calmas que une al lago Huechulafquen con el lago Paimún. Este tranquilo espejo de agua está rodeado de montañas y frondosos bosques y habitado por una variada fauna rica en ciervos colorados, zorros, jabalíes, liebres y nutrias. El atardecer anaranjado comenzó a anunciar el final del día. El ritual del mate se hizo presente, siempre es bueno saborear unos ricos amargos. Una charla amena, y los acordes de una guitarra tocada a lo lejos por un turista, completaron la escena. Sin apuro, observamos la puesta del sol detrás de las montañas, aquéllas que encierran misteriosamente todo lo que significa la palabra Patagonia. Antes de partir, prometimos regresar a este lugar en donde residimos y que poco conocemos.