Los amantes de los “fierros” encuentran en esta exposición elementos de una época anterior, cuando motos y automóviles se movían por las rutas de forma muy diferente a la actual.
Muchos años le lleva a un coleccionista seleccionar el material que compone su apreciada galería. En San Martín de los Andes, a pocas cuadras de la plaza principal, el arquitecto Daniel Rubinger logró reunir piezas de gran valor y las comparte con sus visitantes. Desde hace unos años se lo conoce como el Museo de las Patentes, ya que gran cantidad de estas placas tapizan varias de las paredes del subsuelo de su casa. Pero eso no es todo. En un recorrido junto a Daniel, descubrimos que a lo largo de su vida ha buceado en ámbitos diversos que le son afines. Su gusto por las motos y los autos antiguos lo llevaron a atesorarlos y darles vida en un espacio creado por él. Escucharlo es sentir que tiene conocimientos precisos de sus características, su historia y anécdotas. “En el coleccionismo uno busca siempre los imposible; cuando lo consigue, va por más; así funciona”, nos dice.
Nos encontramos con varias motos clásicas de distintas características y procedencia, y en diferentes etapas de restauración. Comparten el recinto una motocicleta Puma, segunda serie de 1957, otra marca Tehuelche del año 1962, ambas argentinas, con varias Harley Davidson de las primeras décadas del siglo XX, muy cotizadas. Nos hizo ver en detalle dos miniaturas de una exactitud asombrosa con las de mayor tamaño. Una de ellas muestra cómo era esa máquina en 1903: una curiosidad. Su mayor empeño está dirigido a hacer que todas funcionen, aunque signifique armar las piezas faltantes mediante el uso de manuales. En vitrinas, guarda herramientas y accesorios de origen, de fábrica. En la charla que mantuvimos nos enteramos de que su pasión por encontrar tesoros del pasado comenzó con la compra de un auto antiguo. En el fondo del garaje descansa un Chevrolet año ‘32 con pintura, bocinas externas y mascota en el capó originales, que es una joya automotriz. Posteriormente se hizo de un número considerable de patentes de autos y motos cuando aún no existía Internet e intercambiaba información y piezas con clubes nacionales e internacionales de la especialidad. Son originales y han pertenecido a medios de transporte particulares, oficiales y diplomáticas. La más antigua es de la Capital Federal y cada una tiene sus particularidades como dibujos, el material sobre el cual fueron realizadas y el estado de conservación. Algo muy interesante fue encontrar una bicicleta con motor Garelli 38 c.c similar a la utilizada por Ernesto “Che” Guevara en su primer viaje por Argentina. En un rincón, una colección menor de botellas de cerveza atrae por su antigüedad y por el material con que fue realizado el envase: gres cerámico. Se traían desde Escocia y se llenaban en Argentina. Nos detuvimos en cada uno de los objetos ante los cuales aparecieron comentarios sabrosos, como premios obtenidos en carreras de rally y los méritos y logros de cada fabricante. Despedimos a Daniel Rubinger, un profesional en actividad que ha logrado canalizar su amor por las motos, especialmente la marca Harley Davidson, con la que se inició en su primera etapa de vida.